independiente que sirviese como mirador sobre el puente y el río Tajo, pero que desgraciadamente no fue llevado a cabo, a pesar de que ocho años más tarde los mismos arquitectos realizaron el preceptivo informe para su declaración como Bien de Interés Cultural. En la actualidad, a pesar de su evidente valor artístico e histórico, se encuentra en un muy deficiente estado de conservación, con el ladrillo muy erosionado, los estribos amenazados, las gárgolas taponadas por el pavimento de asfalto, y el pretil septentrional parcialmente derruido y sustituido por una desatenta “bionda” de chapa. En cambio, por iniciativa de la Fundación Aranjuez Natural y de la empresa Villagrán, y con el respaldo del Ayuntamiento arancetano, en mayo de 2000 se “insertó” un microchip a cada uno de los 700 plátanos alineados a lo largo de la calle de la Reina –que sustituyeron a los histórico olmos o “álamos negros” en fecha indeterminada- para poder controlar mejor su salud.