Finalmente, la administración del Real Heredamiento aceptó, a cambio de un canon ínfimo, iniciando inmediatamente el equipo municipal las obras de adecuación interior, bajo la dirección del maestro de obras Clemente Delgado y sobre un presupuesto de 19.799 reales de vellón, eso sí, previo permiso de la reina gobernadora María Cristina del 31 de mayo de 1837.
A partir de entonces, la Plaza de la Constitución adquirió un cariz político, siendo esta casa ayuntamiento, además, su edificio principal y más representativo, “sólida” y “vistosa” fábrica que la “hermoseaba”, a juicio de Nard y de López y Malta.
La sucesión de obras en un edificio que fue concebido como residencial, sin pretensión de destacar en el conjunto en el que se inserta, han sido continuas y profundas desde entonces hasta el día de hoy, con el fin de darle la imagen y función acorde al poder municipal.
“En 1863 se colocó un reloj de torre por cuenta del municipio, el que se sustituyó en 1865 poniendo otro nuevo con esfera de cristal para trasparente, dando más elegante forma al campanario figurando un templete con cuatro columnas de hierro fundido, para el que se aprovecharon las destempladas campanas del antiguo”. (C. López y Malta -1868-)
Sin embargo, la fachada mantenía aún las pautas compositivas de un caserón de finales del siglo XVIII, por lo que casi un siglo después, en 1881, se acometió su reforma, sustituyendo balcones, ventanas y revoco.
En la relación de obras se consideró la sustitución de maderas, vidrieras y persianas que existían en los nueve huecos del piso principal, incluso el balcón sobre la puerta; se quitaron los antepechos de los huecos de ventana y se colocaron nuevos; se reemplazaron los cristales por otros similares; y se revocaron los paramentos, previo picado del antiguo, incluso sustituyendo canalones y aleros. Firmaron las condiciones los miembros de la comisión de obras Miguel García y Domingo Huerta el 30 de marzo, siendo alcalde Manuel Morales.
Debieron quedar entonces marcados los rasgos que identifican hoy la fachada del Ayuntamiento, en cuanto al tamaño y tipo de los huecos, pues aumentaron su altura y perdieron el arco y el balcón volado, incluso se cambiaron acabados y guarniciones y se coronó el cuerpo central con un frontón recto y en el mismo eje la torre y reloj.
Se intentaba otorgar al frente mayor dignidad y representatividad, inspirándose en la Casa de Correos de la Puerta del Sol de Madrid, cuya torreta había sido instalada también unos años antes, pues al de Aranjuez le falta la envergadura de ésta, hay similitudes en el tratamiento de los paños, alternando piedra y revoco, en los encadenados de los extremos, en el frontón, recogiendo tres de los vanos, unidos los del principal por un balcón corrido, etc.
Las obras continuaron a lo largo de la década y así, el 28 de octubre de 1884, se acordaba en pleno la renovación del salón de sesiones, alcaldía y secretaría, y el 27 de noviembre siguiente otras varias obras de decoración interior. Posteriormente, en 1889 se construyó la torre del reloj, sustituyéndose éste y “la campana de las horas por otros nuevos”.