Palacio, bajo el puente y deslizándose por la cascada de las Castañuelas, definiendo, en un recodo que escucha la angosta garganta, el insólito graderío arqueado. La presa, la cascada y su presilla previa, el molino y sus infraestructuras hidráulicas, constituían una magnifica vista desde el lado norte de la plaza de San Antonio, y así es recogida en las diversas crónicas sobre el Real sitio, caso del Diccionario de Pascual Madoz en 1847, donde se incide precisamente en el perfil superior de la presa y en el estrechamiento en que se inicia el canal de borde emparedado hasta su salida a “Las Castañuelas”. Porque aquí, en este reducido marco, en presencia de las dos llaves o boquillas metálicas con compuertas de madera diseñadas por Bonavía, herrumbrosos testimonios hoy aun activos de la arqueología industrial de Aranjuez, es donde la simbiosis entre la obra civil hidráulica y el estilismo romántico del modelado de los jardines y sus márgenes cobra su máxima fuerza expresiva.
La presa fue trazada en disposición oblicua , creando, a modo de leve cascada, una lámina inclinada de agua, ancha y muy desarrollada, que, más allá de sus funciones y objetivos definidos según los principios de la técnica hidráulica, se integró en la estética del conjunto de la Isla, junto con sus ornamentados contornos de los bordes septentrionales del Palacio. Pese a su gran desarrollo, es de construcción elemental y de semejante sección tipo a la de la presa del Embocador. Su prolongada longitud y su talud salvan la creta superior con una reducida pero potente cascada vertical, dibujando el gálibo superior del murete de contención. Se crea así una singular solución de índole técnico-paisajístico en el feliz encuentro de todos los elementos que en el lugar confluyen, resolviendo las diversas incidencias físicas y funcionales de la antigua fábrica de harinas y el consiguiente conflicto hidráulico de los variados niveles del curso del río. Desaparecida la fábrica, la presa pierde su papel des testimonial charnela entre el elemento industrial a pie de carretera y el paisaje abrigado del jardín de la Isla, a lo que enlazaba.
La demolición del conjunto de las edificaciones industriales ha permitido revelar en su auténtica presencia este segundo canal de tan distinta función al de Palacio, canal de servicio y desvió de las aguas subsidiarias de las infraestructuras técnicas de la fábrica: puentes de ladrillo, un expresivo soporte central de gruesa sección cilíndrica, muretes de encauzamiento y de contención, etc., que aparecen lastimosamente entre ruinosas huellas residuales de las construcciones desaparecidas, pareciendo exigir urgentes tareas de restauración y reacondicionamiento.