En una de ellas, que se eleva en la cumbre de la subida de Aranjuez por el camino de Andalucía, acaba de formar uno, habiendo revestido dicha colina por todos sus lados de diferentes árboles y arbustos, que harán en aquella elevación un bellísimo punto de vista al Real Palacio a proporción que vayan creciendo las plantas. Ya se le ha puesto a este nuevo plantel el nombre de Parnaso, por la similitud que tiene el tal montecillo con el que los poetas y pintores suelen representarnos el suyo…”. Efectivamente, existen datos acerca de la formación de este “parnaso” en 1790 y 1791. El monte, con caminos sinuosos coronado por un templete –Quindós nos dice que era de madera y que “duró poco”-, es uno de los rasgos característicos del jardín pseudopaisajista romántico, y también aparece en el Príncipe, así como el estanque de forma irregular. El diseño, aunque no de gran calidad, es gracioso.
Esta posesión fue cedida en 1851 a la Reina madre doña Mª Cristina de Borbón, quien ordeno al año siguiente emprender la construcción de un Palacio según los planos del arquitecto Alejandro Sureda, terminado en 1864.
Su parecido con la Malmaison, por lo que alcanzamos a entender, se reduce a algo de la planta, al foso que lo circunda, al sistema de calefacción y, tal vez, a algunos aspectos de la decoración interior, pero no, desde luego, a la sumamente mixta del exterior, donde el pintoresquismo de la silueta y de la techumbre entraba en construcción con la articulación de los muros y los huecos de inspección barroco-clasicista.
Los herederos de la Reina Madre lo vendieron a los Padres Jesuitas, quienes instalaron aquí un colegio construyendo una ampliación y alterando la planta original; actualmente es de propiedad privada y alberga una residencia de la tercera edad.
Por otra parte, el Parque creado para María Cristina, y que tal vez deba su trazado al mismo Sureda, era un ejemplar de jardín a la moda parisina de entonces, singular en nuestro país por su fecha temprana y por su brillantez en comparación con las actuaciones cortesanas y madrileñas contemporáneas e incluso posteriores, pero por desgracia se halla muy desfigurado, aunque el levantamiento de la Junta General de Estadística permite apreciar sus valores ya que lo refleja unos catorce años después de su plantación.