cocinas y hornos para estender el calor en la complicada tubería que comunica con el calorífero particular de cada habitación, que en el verano desempeña el destino inverso de ventilación; piso bajo algo elevado del suelo y tan desahogado como el principal, y sobre este último un sotabanco que ocupa la servidumbre.
Esta construido todo de ladrillo y cubierto con pizarra, acompañando a los pocos remates de piedra que contiene, la imitación con yeso en las cornisas y jambas de sus huecos y en los arcos del peristilo que hermosea su principal fachada.
Terminado completamente el alojamiento se pensó en adornar sus avenidas: para que el arbolado del jardín estuviese crecido al concluir la obra del palacio, se trazaron las calles y cuadros cuando se adquirió el terreno, haciendo el plantío conveniente. Con este motivo, aunque no había jardí en 1864 no faltaba el atractivo de algunas flores y sobre todo del verdor de sus ya crecidos árboles y arbustos.
Una parte del olivar del Deleite que ingreso en este terreno se estiende a la izquierda del palacio, e inmediato se hizo en 1864 un plantío de cuatro mil cepas. Al año siguiente y en el sucesivo se abrieron anchos paseos para subir en carruaje a los tres cerros vecinos del Parnaso que pertenecen a la posesión, los que entonces recibieron el histórico nombre Sierrabullones y los Castillejos. En la cúspide del más elevado que es el del centro, y lleva el primer nombre, se construyó un caprichoso kiosco por trazado y dirección del inteligente administrador de la finca D. José Gálvez. En su figura octógona y se eleva a tres metros del suelo sobre gruesos barrotes de hierro, con otros que le sirven de vuelos para resguardarle de los fuertes temporales.
Cerrado como está con cristales de colores, es un espacioso mirador, cuya importancia nos abstenemos de encomiar con decir está en igual situación y casi mas elevado que el Parnaso. En los que se nombran los Castillejos y están a sus costados, se coloco una garita en cada uno, adornando las subidas de los tres con árboles de sombra.
Aumentóse el plantío y siendo escasas las aguas que suministra el mar de Ontígola, se dispuso en 1866 montar una bomba con fuerza de ocho caballos para estraerlas del caz de las Aves. Se consiguió elevarlas a cuarenta y dos metros, regando una gran parte de las plantas que hasta entonces habían llevado una vida raquítica, y que al año siguiente hemos visto verdear profusamente. No es sin embargo suficiente, y hay el proyecto de sustituirla con otra de mas potencia que elevando las aguas a ochenta y cinco metros, altura máxima del terreno plantado, se consiga en aquella eminencia la frondosidad que tienen los Reales jardines.
Posteriormente se ha hecho una casita rústica en lo alto y dos capaces casetas para el portero, separadas por la puerta de hierro y dos tramos de verja, engastados en machones de piedra que forman la entrada principal de la posesión en la calle del Deleite. Esta entrada da frente a la calle de Valera, la que se prolongo para comunicarse directamente con el Palacio Real. Deseamos lleguen a feliz termino las obras proyectadas en el jardín, cuyo nombre nos anticipamos a darle, aunque le faltan muchas cualidades para corresponder a este dictado.
Solo se nos ocurre decir que este cuartel esta horadado con la cañería de las aguas dulces, cuyo depósito principal construido de blanca piedra, es otro particular adorno frente de la puerta del Deleite. También, que le cruzan paralelos por el lado N. la vía férrea, el camino de la Flamenca y una pequeña parte de la calle de Toledo.