Palacio del Deleite
Según describe Don Cándido López y Malta, en su libro
(Texto y ortografía, original del autor)
Don Cándido dice así: En la
PARTE CUARTA
CAPITULO V
Cuarteles de Valdelascasas y del Monteco
pgs. 415-418
La magnifica posesión de S. M. LA REINA MADRE es otro de los adornos con que cuenta este cuartel, siendo la única propiedad particular que en él se encuentra si se esceptúa una casa que en la carretera posée el Estado, la que está destinada para descanso de la Guardia civil.
Consta este terreno de cincuenta y siete fanegas, la mayor parte de ellas dentro del Deleite, al lado izquierdo o superior de su paseo, en las que están incluidas las cuatro que tenia el antiguo jardincillo llamado el Vergel y fué concedido con el censo enfitéutico de quinientos reales anuales por escritura de 5 de Diciembre de 1851.
Apenas adquirido se cercó provisionalmente con un cesped de espinos escepto el lado de Oriente que le sirvió la mitad de la verja de madera que antes tenia la antigua posesión, y con fecha 3 de Mayo de 1852 bajo los planos del arquitecto D. Alejandro Sureda, se empezó a construir un bellísimo edificio en el centro de cuyas obras esteriores se encontraron terminadas en Julio de 1854. Las ocurrencias políticas de aquel año fueron causa de una ligera suspensión por incautarse el Estado de esta finca, y siendo devuelta a sus dueños en 1856, se continuaron construyendo tabiques para división de aposentos, pero con tal pausa que el todo de las obras de fábrica no se dió por concluido hasta el año 1864.
Cierto que en este intermedio se hizo una obra de mucha consideración: construido el palacio a la falda de un elevado cerro, muy luego se advirtieron los graves perjuicios que a sus cimientos, harto débiles para tal mole, causaban las emanaciones de aquel, y para evitar una inmediata ruina, que estaba marcada, se procedió a la construcción de nuevos cimientos anchos y profundos, y apertura de un gran foso que separase el edificio del cerro, para que por él corriesen las pocas pero perjudiciales filtraciones causa de los manantiales. Hízose sin desperfecto alguno esta arriesgadísima obra que siempre honrará a su arquitecto Sr. Sureda y al maestro de obras D. Lorenzo Román el que, sin la pretensión de hacer alarde de grandes conocimientos, fue quien con tanta intrepidez como acierto la ejecutó.
El decorado de las habitaciones se llevo a cabo con rapidez. No hallamos ninguna que sobresalga por sus adornos, en todos los techos se ve el dorado en cartón piedra sobre colores bastante bajos con que aparecen sumamente elegantes. La escalera ancha y con buenas luces respira la sencillez y grandeza que su escogido mobiliario, cuya colocación ha presidido el esquisito gusto de sus elevados dueños, que se instalaron en esta nueva vivienda en 1865.
Nada más grato que el interior de este palacio copia fiel del que poseyó la Reina Madre en las cercanías de Ruell, en Francia, que fue propiedad del primer Napoleón, y se distinguió con el nombre de la Malmaison: sus vistas son tan bellas que aposento hay, el oratorio y gabinete de S.M. desde los cuales se domina toda la población y sus preciosas cercanías. Su capacidad es inmensa: grandes sótanos donde están las