La primera función tuvo lugar el 27 de Abril de 1830 en celebridad del cumpleaños de Doña Maria Cristina de Borbon, recién-casada con Fernando VII. No nos estraña el lujo que aquel desplegara, si tenemos en cuenta fue su objeto agasajar á su joven esposa que asistió con él á tan lucida función.
Solo dos años tuvo importancia esta desgraciada plaza qué en aquel tiempo y muchos años después se la consideró como la tercera de las de primer órden. En este tiempo, entre los diestros en el gremio tuaromáquico que recibieron aplausos se cuenta al conocido Francisco Montes. Este célebre lidiador sufrio una cojida de consideración, que sin la cooperación de sin la cooperación de sus compañeros hubiera perdido la vida.
Ocurrió la muerte del Rey, y con motivo de la falta de jornadas, volvió á otra nueva época de decadencia esta plaza, que, sin casi hacer uso de ella, la inclemencia del tiempo llegó á deteriorarla en estremo, por ser los asientos de los tendidos de madera, lo mismo que los pilarotes en que están engargolados los tableros que forman las barreras.
En semejante estado se hallaba el año de 1851, cuando el español emprendedor por excelencia, D. José de Salamanca, á quien debe esta Nacion el desarrollo de sus comunicaciones férreas, hubo de ocurrirle la idea, en una de sus excursiones á este Sitio, de reedificarla adelantando serias cantidades de que se incautaría con el producto de las funciones que después se diesen. Como no le guiaba el deseo de lucro y sí solo renovar este circo, consintió en el riesgo de perder las sumas gastadas en la obra, si el resultado no correspondia a sus proyectos.
Otorgado el real permiso se principio á restaurarla el mismo año, poniendo nuevos los tendidos y barreras, aunque tambien de madera, un canalon corrido para que los tejados vertiesen a la calle; nuevos asientos para los palcos y otras muchas obras indispensables. Se cubrieron con papel pintado los palcos y grada cubierta, pintando con maestria sus maderas; sobre todo el palco principal y bastidores que cubren el balaustre de madera de los balcones superiores. La parte exterior se encontraba perfecta si bien faltaba el rótulo de la puerta que se renovó.
Bastantes miles de duros, según hemos oído, desembolsó aquel banquero para dar algunos años más de vida á esta plaza que no sin razón la llamamos desgraciada: Dio seis funciones en ella con el lucimiento que le es característico; nada escaseó: los mejores lidiadores, escojidos caballos, toros de las más acreditadas ganaderías y un servicio inferior duplicado para que ninguna falta se notase.
El resultado no pudo ser mejor para el público que siempre numeroso salía complacido; pero en cada una de estas funciones el Sr. Salamanca tenia que agregar á los productos una cantidad considerable, que unida á los gastos anteriores se dice llego á duplicar aquella suma. Los productos de esta plaza en funciones de importancia no están en relación con los gastos: estos son exajerados comparándolos con el insignificante precio á que se pueden espender las localidades.
Diez y siete años han transcurrido dándose e ella alguna que otra corrida que pueden llamarse funciones de localidad. Nada se le ha renovado, si se eceptúa el recorrido de tejados y alguna leve compostura indispensable aun para correr becerros; los asientos de los tendidos se han consumido con las lluvias; podridas las maderas de las barreras; destrozadas muchas puertas, y lo que es más sensible, un hundimiento que amenaza la parte de balconaje de madera que mira á Occidente, causada por una gotera que ha destruido un pié derecho. Seis años más sin repararla, y la tendremos en el mismo estado que encontraba en 1828.