plaza, pero ya en enero se había profundizado la cañería de las fuentes y empezado a cavar los agujeros para plantar los tilos de Aragón, que desde finales del año anterior estaba decidido se plantasen aquí “con arreglo al Plano general de aquel Sitio”. El 1ª de marzo “…se dio principio al plantío de los tillones, quedando todo dispuesto para su riego”: quedo terminado el 19 del mismo mes, comenzándose entonces a trabajar en la fuente y en los ramales de la galería a ambos lados de la capilla. Un nuevo desmonte se realizó, ignoro por qué razón, a mediados de 1751; el 20 de julio estaba ejecutado “todo lo que coge la fachada de la capilla”. A fines de año varios tilos se habían secado y fue necesario replantarlos. Posada se había ofrecido a traerlos de La Granja, pero si esto no era posible se encargarían a Aragón como en el año anterior. La compra no se resolvió hasta que el 18 de enero de 1752 Bonavía recibió del secretario Hordeñana permiso para comprarlos: el arquitecto no se fiaba del arbolista.
Paralelamente recibían atención el vecino jardín del parterre y la calle que lo separaba de la Casa de Oficios, empedrada en marzo de 1751 por ser la vía “donde hay más tráfico”, pues se trataba del paso obligado hacia Palacio. Por entonces ya estaba configurada la Plaza, salvo la terminación de la fuente y de los ramales a los lados de la capilla y la unión de estos con los pórticos laterales proyectados, que no podían estar levantados puesto que aún no se había concluido la Casa de Caballeros ni comenzado la de Infantes. Lo que por entonces se construye son algunas de las casas fabricadas para reemplazar las derribadas en el terreno de la plaza; algunas ya estaban concluidas en mayo de 1751. En julio se presupuestó lo que constaría hacer la nueva caballeriza de la ballestería en lugar de la demolida para hacer los ramales de la capilla.
En el plano original de Bonavía para la población (AGP 1082) la calle que limitaba el pueblo al Sur –posteriormente Plaza de Abastos- está también flanqueada de árboles y, junto con el tridente arbolado y las hileras de tilos de la plaza, integra el pequeño y racional poblado en la naturaleza circundante.
La configuración definitiva de la plaza tiene lugar en el reinado de Carlos III, cuando se construye Caballeros y se construye enfrente la Casa de Infantes, se levantan los arcos de enlace entre los pórticos de estos edificios y los ramales de la capilla de San Antonio y se hace un nuevo desmonte en la plaza, eliminándose el arbolado. Todas estas obras fueron trazadas por Jaime Marquet pero dirigidas por el aparejador Manuel Serrano en ausencia del arquitecto francés, que, al parecer estaba ocupado en Madrid con la Casa de Correos. Las alineaciones de tilos en la plaza principal se mantienen aún en el plano del pueblo por Marquet fechado en 1765 (AGP 1078). En 1767 Marquet trabaja en el desmonte de la plaza y también en el de la calle de San Antonio: debe de ser entonces cuando desaparecen los árboles –en virtud de alguna decisión del Rey sobre la cual ninguna noticia nos ha llegado- quedando la plaza pelada tal y como aparece ya en la vista y plano de Domingo de Aguirre de 1772 y también en el cuadro de Brambilla. Así llegó hasta finales del reinado de Isabel II, como atestigua el plano de la Junta General de Estadística, de 1865 aproximadamente. Entonces como nos comenta López y Malta, se plantaron acacias de bola que en 1890 fueron sustituidas por plátanos orientales.