A la vez que en el desmonte, Marquet trabajaba durante 1767-1768 en las galerías o “ramales”, de la capilla de San Antonio, variando completamente la relación que Bonavía establecía en su proyecto entre el testero y los laterales de la plaza. Aunque es difícil de precisar, dada la escasa información que proporcionan los planos, parece claro que la intención de Bonavía era prolongar los pórticos curvos hasta la esquina misma de las manzanas de Caballeros e Infantes, escamoteando las entradas de las calles. Marquet, derribando algunos arcos de los ramales –dos a cada lado, al parecer- hace las esquinas de la plaza en ángulo recto y las ocupa con cuatro grandes “puertas cocheras” que marcan las entradas de las calles. Tanto el estilo claramente francés de estos arcos rebajados, delicadamente almohadillados, como el cabio de escala entre estos nuevos elementos y los ramales y pórticos que los flanquean, delatan ser obra de Marquet. Esta variación, al enfatizar los ejes de circulación en el testero de la plaza en lugar de ocultarlos, hace cambiar totalmente el concepto del espacio.
El nivel de la plaza es consecuencia del de la Casa de Oficios, puesto que su arquería sirve como elemento básico de la configuración arquitectónica. Desde un principio, esto entró en conflicto con la suave subida de la rasante conforme nos alejamos del río, de tal modo que la corrección de los niveles se convirtió en una condición del mantenimiento de la plaza desde el momento de su creación, y así vemos cómo Bonavía hubo de bajar las rasantes en 1750 y de nuevo en 1751, y Marquet hubo de hacer otro desmonte en 1767. La reforma general de la plaza llevada a cabo en 1991-1993 por la Comunidad de Madrid, el MOPU y el Ayuntamiento de Aranjuez, tras la creación de la variante de la carretera, ha afrontado tal corrección de las rasantes al suprimir las considerables capas de asfalto que eran hasta el momento la aportación más significativa del siglo XX a la plaza, y al recuperar los niveles originales al menos en las inmediaciones de las galerías, manteniendo el arbolado existente mediante la formación de alcorques a modo de grandes macetones que los preservan sin necesidad de rebajar el terreno circundante. [Los criterios históricos defendidos por el Patrimonio Nacional para esta reforma, llevada a cabo por la Comunidad de Madrid, estaban basados en los datos expuestos y enunciaban, básicamente, que en tiempos de Bonavía la plaza debía ser levemente alomada, con el centro más alto que los laterales, y que era a ese efecto al que debe atenderse más que a la perfecta horizontalidad malamente perceptible en las vistas del siglo XIX]