Bernardo Ward, considerado el factótum de la red viaria establecida en España durante el reinado de Carlos III (1759-1788), planteaba a su Proyecto Económico de 1760 (publicado en 1762) Las seis carreteras radiales básicas coincidentes con las carreras de postas de 1720, de las que una de las principales había de ser la de Madrid a Cádiz, considerando imprescindible que los principales caminos fueran aptos para el y transporte sobre ruedas. El decreto de 10 de junio de 1761, fecha en la que el comisario de guerra, Marcos de Vierna, concluye elPuente Largo, recogía las tesis de Ward y sentaba las bases para el comienzo, entre otras, del Camino Real de Madrid a Andalucía, para el que se consignaban cien mil reales mensuales del erario público, financiándose con el arbitrio de la sal creado al respecto.
Se había avanzado muy poco en los primeros años, por lo que, aunque los trazados construidos se hallaban en mal estado de conservación por falta de mantenimiento, seguía estando vigente el sistema vial reorganizado durante el reinado de Fernando VI (1746-1759), quien en el 1757, por orden fechada el 12 de septiembre, ya mandó edificar el puente algo más arriba de las trazas del antiguo de barcas (el último de una larga secuencia de edificaciones, que acababan siempre destruidas por la impetuosa corriente del Jarama en esa zona). No obstante, el camino real de Aranjuez, integrado en el de Andalucía, también a cargo de Marcos de Vierna, que en 1756 ya se había hecho cargo de la calzada entre la puerta del Rey y el puente de Barcas, no quedaría terminado hasta 1765, según da cuenta Antonio Ponz, que lo define como “una de las obras más grandes que se han hecho, y de las más útiles”, recomendando el cuidado de los árboles plantados en ambas márgenes para conseguir una impresión de “magnificencia”.
La demora de los trabajos hasta finalizar el puente se explica tanto por la ambición del proyecto cuando por la necesidad de llevar aquéllos a cabo con mucha mano de obra de la requerida, ya que los peones debían repartirse en la numerosas construcciones de Aranjuez y del plan viario referido. EL 14 de abril de 1757, el arquitecto cuantificaba los obreros en 160, indicando sin embargo que se precisaban 500. También las inclemencias del tiempo provocaron varios retrasos, así como las múltiples dedicaciones de Marcos de Vierna, quien reclamaría la colaboración del arquitecto José de la Vegas, desconociéndose si éste llegó a participar en la empresa al excusar su participación en primera instancia por hallarse realizando otros trabajos paralelos. El cambio de reinado, con los replanteamientos de los diversos proyectos en curso que siempre conlleva, explicaría finalmente lo dilatado de las obras.