puente de ladrillo y mampostería que queda bajo la carretera de Aranjuez a Toledo) y el del arroyo de las Salinas (con un puente de ladrillo que cruza la carretera). Otros puentes son el del cementerio, el de Francisquete, el del cerro de la Linterna (de hormigón), el del ferrocarril Madrid-Almansa, el de la Flamenca y el de la calle Oscura. En el tercer cuartel, extendido entre “Pared Caída” y la cacera de Matalonguilla, se halla el desaguador del mismo nombre, que cruzaba la línea férrea y la carretera a Toledo mediante dos puentes de ladrillo; sobre la cacera había a su vez cinco puentes: los dos referidos y los de las calles San Raimundo, Acacias y Plátanos. Finalmente, en el cuarto y último cuartel, el caz finaliza en el desaguador de Quintana, que vierte en el Tajo por Madre de Castillejo y que tiene dos puentes, los cuales atraviesan una vez más ferrocarril y carretera. Otros dos puentes se alzaban en el trazado del canal: el del cruce con el camino de Ocaña y el de las Vacas, ambos de ladrillo. Muchos de estos puentes se han transformado en la actualidad, sustituyéndose, debido a su estado defectuoso, por sendas losas de hormigón.
En el sitio de Las Infantas se conserva todavía una antigua casilla de los guardas para el canal, construida en fábrica de ladrillo y piedra de yeso, con cubiertas de teja árabe. De una sola planta, albergaba dos viviendas, integrada cada una de ellas por tres habitaciones y cocina, contando con corral y cuatro anejos.
El tramo moderno se inicia en el pk 14.6 y se desarrolla a lo largo de 7.5 kilómetros en un primer segmento y de 13 en la segunda parte, mostrando numerosos e interesantes acueductos concebidos como elementos del paisaje al abrirse a la panorámica desde la carretera y el ferrocarril; están proyectados con impostas separadoras del basamento y la superestructura y con pilastras ligeramente salientes; son en definitiva acueductos isostáticos, diseñados y construidos en hormigón armado. Si bien alguno de los recientes puentes sobre el canal para el paso del camino de servicio se ha realizado con tablero de viguetas pretensadas. Los revestimientos de solera de las conducciones son de cemento Portland, y los cajeros, donde son previsibles los ataques de aguas selenitosas, de cementos supersulfatados. Las tomas de las acequias, construidas de hormigón armado en una primera fase, posteriormente pretensado, se efectúan a través de una arqueta en su margen derecha.
Estuvo proyectada todavía una prolongación más en un tercer segmento, pero, aunque las obras se llevaron a cabo parcialmente, nunca llegaría a utilizarse y quedaría abandonado. No hace muchos años, en el polígono industrial Raso de la Estrella se edificó una estación de bombeo para servicio del canal.
Éste, la presa del Embocador y el resto de los canales de Aranjuez (el de la Azuda, el caz Chico o la acequia del Tajo) pertenecieron al patrimonio hasta su traspaso en 1933 desde el Ministerio de Hacienda al Ministerio de Obras Públicas, en virtud de una orden ministerial de 29 de abril. En el momento de la transferencia, su estado era lamentable, incluidas las caceras y las obras de fábrica (puentes y desaguadores), por lo que se tomaría la decisión de proceder al levantamiento de los planos correspondientes que permitirían plantear los proyectos de intervenciones concretas sobre conducciones, obras de fábrica y otros elementos. En esta época, el personal de mantenimiento estaba formado por los guardas que facilitaban el agua a los regantes según la división en cuarteles y por los peones acequieros que se encargaban de la conservación. En los años cuarenta el sistema era administrado por la entidad Canales de Aranjuez, en tanto que hoy día es la Confederación Hidrográfica del Tajo la que ostenta su propiedad. Tradicionalmente exento de regulación normativa, ha experimentado diversos regímenes de mantenimiento, inspección y mejora, deviniendo en una suerte de anarquía que arrojó a lo largo de la historia deficientes grados de conservación.