TEXTO tomado del libro:
pag. 651.
Obras Públicas.-Canales de la Azuda o del Embocador y Caz Chico.
Hay que hacer una referencia, por su singularidad, a la acequia, la azuda y el acueducto de la Montaña, que deben su denominación a su emplazamiento y desarrollo en el entorno de la finca y la casa de la Montaña, al borde de la suave elevación en que éstas se emplazan, al norte de la población y junto a la carretera de Madrid. La azuda, que a su vez renombró al canal, antes llamado del Embocador, como la presa de la que deriva, elevaba el agua de aquél hasta la altura de las tierras de la finca, conduciéndolas por un acueducto de ladrillo de magnifico porte que en la actualidad se nos revela, ya en desuso y abandono, como una esplendida y sugestiva secuencia de arcos desarrollados entre enormes pilares que muere en un muñón final de ruinosa imagen residual: una docena de arcos, en suma, que añaden al paisaje, desde la panorámica de la carretera (hacia el Km. 44), una expresiva figura que remite a un no tan remoto pasado en el que arte y técnica convivieron en Aranjuez. Viejas ilustraciones, en efecto, nos muestran la gran rueda giratoria o noria, hoy ausente y sustituida por un sistema de bombeo, con un apilastrado de cantería en el que anclaría el eje de la misma con sus canjilones.
Su datación no está suficientemente documentada, y, aunque los referidos Juan Carlos de Miguel y Cristina Segura la retrotraen hasta 1749, el Atlas de Domingo de Aguirre, que recogía en 1775 el trazado del caz del Embocador, del que emergía hacia el norte una acequia denominada “Riego de la Calle y camino Carnaval”, que se inicia al pie del cerro (Altos de Mira el Rey) y se prolonga hasta las cercanías del Puente Largo, no aludía al acueducto ni a la azuda, por lo que debemos colegir su inexistencia, al menos en la forma que la recogen los primeros testimonios al respecto, de comienzos del siglo XIX, en concreto, en 1803, conociéndose que estuvo en funciones a lo largo de toda esa centuria, hasta el punto de que las descripciones de la Casa de la Montaña, cuando sale a subasta con la desamortización en 1873, afirman que en el centro de la planta baja de la finca había una vivienda destinada al guarda de la rueda hidráulica e integrada por el portal, la cocina, la sala, un dormitorio y un corral. No obstante, si debía de existir a finales del siglo XVIII, siendo reconstruida en 1845.
Por otro lado en 1847, Madoz se refería a una obra de 1834 que había de dar riego a la huerta de Secano o Valenciana con estas palabras “… en dirección al O. se encuentra otro edificio de ladrillo…. Consiste en una sólida muralla sobre arcos, y sobre estos un canal conductor de agua que había de elevarse a 50 pies por medio de una rueda de igual altura: hecha esta obra se rompió el eje a los dos meses, y después se destruyo la rueda, permaneciendo la muralla y quedando sin riego una de las mejores posesiones del Sitio”. Como mas adelante, al describir el trayecto del caz del Embocador, afirma que este “se dirige por el cortijo de San Isidro, praderas de las yeguadas y de las vacas, a la azua que se construyo para regar la huerta Valenciana”, habría que colegir que está refiriendo en realidad a la Montaña. Pero en 1851, Francisco Nard precisa mas al diferenciar ambas y describir así la del Embocador: “Otro caz… por bajo de los altos de Miraelrey, hace mover una azuda que vierte en su canal sobre arcos de fabrica para regar los semilleros, y la calle Larga”. El Álbum-guía de 1902 ya da al canal el nombre de Azuda, que tomaría de la rueda de 12 metros de diámetro que entonces se hallaba en activo. La ingeniosa maquinaria hidráulica que recogía el agua del caz para elevarlo hasta la cacera de riego que a su vez debía permitir la alimentación hidráulica del arbolado (álamos negros de Tembleque) que flanqueaba la calle Nueva, procedente del aludido Puente Largo del Jarama y que estaba reservada a los reyes y su corte, era conocida como “La Samaritana”.