El 14 de septiembre siguiente, este Arquitecto comunicaba a D. Agustín Pablo de Hordeñana que se había confiado la ejecución a López Corona y le enviaba el plan para el conjunto de la obra. El 7 de enero de 1752, una nueva carta de Bonavía, esta vez al Marques de la Ensenada, informaba con optimismo del adelanto en la ejecución del Cuartel, ya cubierto y la fachada que miraba al Norte terminada, si bien el ala de levante y la de poniente estaban más retrasadas.
Curiosamente, la obra de la portada Norte es bastante posterior a esa conclusión citada de los trabajos, lo que podría explicar su forzada superposición en el frente, pretendiendo integrar la ventana superior, ubicada en el mismo eje central, la cual habría de quedar semioculta por aquella. El contrato para su realización lleva fecha del 12 de noviembre de 1753, obligándose Domingo Subin, vecino de Madrid, y Manuel Pérez, de Ontígola, a realizar por 5.000 reales de vellón “la portada de piedra de las canteras de Colmenar de Oreja, que S.M. ha resuelto se construya en el nuevo Cuartel de Guardias de Corps, en la parte que mira al Norte, arreglado a la planta y condiciones” de Bonavía.
La milicia que acogía el Cuartel era un cuerpo de élite, una fuerza militar de primer orden, destinado a la salvaguarda del Rey y su familia desde su fundación en 1703 por Felipe V, como fruto de las reformas emprendidas por éste en la Corte. Es por tanto evidente el papel fundamental que habría de jugar la Guardia de Corps en los tensos sucesos en los que se vio envuelta la Familia Real durante el Motín de Aranjuez del 17 de marzo de 1808, encargándose del apresamiento y custodia del vilipendiado y exonerado D. Manuel de Godoy, hasta ese momento su sargento mayor o jefe supremo. Pasó el favorito al Cuartel de Corps entre insultos y agresiones de la población, y tras su legendaria detención, siendo encerado en uno de los calabozos. Aquí recibiría la visita del Príncipe de Asturias el 19 de marzo siguiente, quien le comunicaría su encausamiento y al mismo tiempo el perdón para su vida, por expreso deseo de los Reyes. Desde lo alto de la escalera principal del Cuartel o desde una ventana, pues no hay acuerdo histórico, D. Fernando se dirigiría a los amotinados que se hallaban en el gran patio del edificio, prometiéndoles justicia y castigo para Godoy, acorde a la gravedad de los delitos cometidos.
EL mismo día el rey Carlos IV abdicaba en su hijo Fernando VII, quien ordenó antes de partir para Madrid el traslado del Príncipe de la Paz a Pinto, hecho que se produjo el 23 de marzo y de aquí a Villaviciosa de Odón, en donde permaneció hasta su libertad por exigencia de Murat el 25 de abril.
La inmediata Guerra de la Independencia traería la ocupación del Cuartel de Corps de Aranjuez y su consiguiente saqueo y destrucción, causa posible de su ruina que obligaría a su reconstrucción unos años después, tras el traslado de Valencay y el regreso al trono de Fernando VII en 1814.
No estaba el país para grandes dispendios económicos, lo que explicaría el retraso de la reedificación del Cuartel hasta 1826, según consta en una segunda placa que acompaña a la referida de su construcción, en la portada principal.
La intervención debió ser profunda, posiblemente manteniendo su imagen exterior, pero reformando el interior, de modo que resultó una edificación de “excelente construcción, con buenas cuadras, desahogados salones en el piso principal y cómodos pabellones”. Afectados se verían las escalera principal, seguramente desde la que lanzó su proclama Fernando VII, la cual sería suprimida, por lo que hoy se ignora su ubicación original, así como el zaguán y la portada, introduciéndose en aquél un forjado que eliminaría su posible doble altura y partiría el arco de ésta, quedando en adintelado. Precisamente, sobre esta fábrica macizada se colocó la dicha placa conmemorativa. Además, se alteraría el módulo y ritmo de huecos en las fachadas, cegándolos o ensanchándolos para adaptarlos al nuevo programa interior y convirtiendo ventanas en puertas.
Al parecer, la supeditación del Cuartel a la administración militar, desligada de la Corona, ya era efectiva desde 1844, cuando fue abolida la Guardia de Corps, si bien la entrega oficial y venta al Ministerio de Guerra se produjo en 1866, previa tasa en 358.000 reales de vellón, consolidándose así su ocupación por parte de un regimiento de caballería, arma vinculada al “espacioso” edificio hasta épocas recientes.