Durante más de un siglo fueron muchas las obras acometidas en el Cuartel para mejorar sus instalaciones y albergar a los diferentes efectivos militares, entre las que se registran: reparaciones estructurales en 1889 por problemas de alcantarillado, una reforma general en 1892, reforzando forjados y escaleras, un proyecto de ampliación y reforma en 1911, con cambios de distribución e introducción puntual de estructura metálica, momento al que responderían las columnas de fundición del zaguán, o la creación de muros cortafuegos en 1914, apoyados en los existentes y que sobresalen en cubierta, escalonados, dividiendo el conjunto principal en seis partes. Más modernas es la consolidación de parte de los forjados y cubiertas del ala Oeste con estructura metálica soldada, sustituyéndose los dos pórticos centrales de madera por uno solo de pilares y vigas de aquél material, o la modificación del ángulo Sureste para permitir la entrada de vehículos acorazados.
El aspecto final de ese Cuartel de Pavía, nombre con el que ha sido denominado durante las últimas décadas por el regimiento de caballería que albergaba, se conoce gracias a los parcelarios, fotografías aéreas y levantamientos de su sector principal, realizados por la arquitecto Nieves Montero para su rehabilitación y adecuación como centro docente.
Así, se observa, que el conjunto mantenía hasta el presente prácticamente intacta la volumetría del siglo XVIII y su división de dos patios, a excepción de alguna zona del sector auxiliar, menos ordenado, con algunos levantes y construcciones interiores. En cuanto a la organización interior de la parte principal, ésta se hallaba muy alterada, manteniéndose básicamente la configuración estructural, pero las distribuciones originales, ni siquiera los núcleos de comunicación, pues los existentes respondían a la necesidad de dar autonomía a cada escuadrón. Con respecto a este último aspecto, son interesantes las escaleras en “U”, de doble ramal, adosadas exteriormente a los frentes Norte, Este y Oeste del patio principal y coincidiendo con su eje central.
Apenas alguna estancia, como el zaguán principal, con sus columnas de fundición, sus zócalos de azulejos y sus portalones de madera, presentaba un cierto interés, si bien no respondía a la concepción original, sino que era resultado de las transformaciones del siglo XIX.
No obstante, las alteraciones que había sufrido el edificio por el paso del tiempo y el uso militar al que se hallaba sometido, posibilitaron su abandono por parte de Regimiento de Pavía y la cesión de la propiedad del Ministerio de Defensa al Ayuntamiento, quien a su vez, y en citación a su Catálogo de bienes a Proteger, en el que se fijaba un nivel estructural y se proponía un uso dotacional-social de carácter público, decidió transferir su uso a la Comunidad de Madrid, para que junto a la Universidad Complutense ubicarán en él la enseñanza de las Bellas Artes y el Turismo, dentro del Centro de Estudios Superiores Felipe II.
Por entonces de produciría la segregación del antiguo Cuartel y demolición de su sector secundario, con el fin de disponer de suelo libre para la construcción de viviendas, organizadas éstas en una manzana cerrada que se separaba de la zona principal mediante la apertura de una nueva calle. Se perdió de este modo la unidad de un conjunto que se había mantenido prácticamente intacto desde su gestión en 1751.
Si bien es cierto que el desaparecido sector auxiliar del Cuartel nunca fue concluido, al menos el nuevo edificio podría haber respetado, incluso con diferente destino, su antigua configuración en “U” y su patio, separado como se hallaba del núcleo principal por pasos descubiertos, creando una volumetría respetuosa con éste, pero autónoma.
Sin embargo, la edificación residencial resultante, delimitada por las calles Florida, Rosa y Valera, así como por la citada de nuevo trazado, presenta cierta homogeneidad y consideración, en cuanto a volumetría y materiales, hacia la arquitectura primitiva de Aranjuez, pero no así en la composición de los alzados, con alturas de pisos menores, creando tres en lo que antes eran dos, huecos de diferente proporción y alteración de tradicional equilibrio macizo / vano, en el que pasa a dominar claramente éste.
Con respecto al núcleo conservado, el más importante y unitario, hubo que adecuarlo a un uso docente universitario, que contemplaba la existencia de aulas diversas de teoría y práctica, sala de lectura, despacho de profesores, administración, cafetería-comedor y almacenes.