TRES AMIGOS
El resto de esta tarde pasada en Aranjuez con Rusiñol, Borrás y Bagaría casi es exclusivamente para ellos. Los demás –comprensivos para esta fraternidad tripartita- nos mantenemos, gustosamente, en espectadores de su holgorio. Y allí es el fluir, ya plácido, ya borboteante, de los recuerdos; el evocar ahora la excursión de Borrás y Bagaría por América, hace veintidós años, con sus homéricas hazañas juveniles; luego, las peripecias de toda laya en que, aquí y allá, en toda España, Borrás y Rusiñol fueron protagonistas divertidos; las luchas, los anhelos, los triunfos… -¡Vamos Santiago! –le desliza Borrás, tentador- Que si yo te digo que vamos a ir pronto a Méjico… ¿A qué te decides?
-¡Con tal de no disputarme con nadie una medalla de honor!...
Alude Rusiñol a la última Exposición Nacional. Le pido que explaye su reticencia, y me dice:
-No me agradaría nada haber conseguido la Medalla de Honor, sí tenía que ganármela como unas elecciones: elaborada a apretones de manos y palmaditas en los hombros… O con discursos de propaganda. Mis jardincitos no tienen un programa electoral…
-¿Os acordáis del Himno al puente colgante, que hicimos aquí mismo una noche?- preguntó Bagaría.
Los ojos de don Enrique brillan con renovado fulgor. Don Santiago sonríe como un niño. Pronto los tres amigos cantan, abrazados por los hombros, y respaldándose sobre el pretil de la terraza que da al undoso Tajo legendario;
-No hay en España--puente colgante--más elegante--que el de Aranjuez….
Fue construido,--fue construido--el treinta y cuatro,el treinta y cuatro--o el treinta y tres…
Y es luego la canción báquica de Bautista, el borrachón, o la serenata burlesca de Baja al jardín, o, en recitado sobre la orquesta del río. Las aleluyas del ferroviario, compuesta entre los tres camaradas de ensueños y bromazos;
“En la villa de Aranjuez--nace Grediaga… ¡Pardiez!
Nació en la Cabrera Vieja--posada culta y añeja….
A los tres años cabales--ya lee a los Inmortales.
Consiguió para Aranjuez--plantar cigarros de a diez.
Como buen republicano--es austero y cortesano.
Es su único sostén--respirar aires de andén.
Y morirá, con cultura,--en su propia sepultura….”
Cuando a las cinco de la tarde emprendemos el regreso, porque Borrás tiene que darse, en su cotidiana transustanciación de arte, al público, el gran trágico se e lamenta, confidencialmente, con la maravilla de su voz, velada por la emoción de la despedida:
-¡Hermoso! ¡Muy hermoso ser comediante! Pero uno no debería trabajar, sino hacer arte libremente, cuando sintiera la necesidad de ello… Ahora yo… ¡de que buena gana me habría quedado aquí, en Aranjuez, para divertir esta noche a Santiago, representándole a él sólo, cualquier piececilla cómica que te recordara los teatrillos de nuestras mocedades!...
Juan G. Olmedilla