Según describe Don Juan Antonio Álvarez de Quindós, en su libro
(Texto y ortografía, original del autor)
Don Juan A. Álvarez de Quindós dice así:
en la
TERCERA PARTE
EDIFICIOS DEL REY Y POBLACION DE ARANJUEZ
CAPITULO XII
Hospital de San Cárlos
pgs. 265-269
Desde muy antiguo se estableció hospitalidad en Aranjuez para las gentes pobres que enfermaban en él: consta de la data del Pagador del año de 1648; después se tomó el medio de enviarlos al hospital de la Caridad ó de San Juan de dios de Ocaña, contribuyendo el Sitio con buenas limosnas.
El año de 1750 se estableció ya un hospital provisional para la curación de los criados y dependientes de la casa Real, y socorrer alguna pronta necesidad durante la estancia de los Reyes. Para ello se labró una casita por cuenta de la Real Hacienda, inmediato al caz, y delante de la casa de Mulas, en un buen escampío que era entonces. Formáronse dos salas y doce camas con divisiones ó alcobitas separadas, y lo demas preciso al corto tiempo y número de enfermos que se habian de curar. Se puso á cargo de la hermandad de nuestra Señora de la Esperanza, que está en el convento de San Hermenegildo de Carmelitas descalzos de Madrid, para que costease los practicantes, sirvientes y alimentos, suministrando las medicinas de la botica del rey, y haciendo la asistencia los Médicos y Cirujanos de familia de la Casa Real. Luego que se retiraba la Corte de Aranjuez se cerraba. La hermandad representó que no podia sufragar el gasto que en esto hacia, y se ha mandado cesar en este año de 1801, concediéndola S.M. lo material de la casa para reintegrase en algun modo de lo suplido, y destinarla a otros usos.
Como esto era un auxîlio temporal tan corto, y que faltaba en la mas crítica estacion del año; y por otra parte el mucho concurso de gentes pobres jornaleros que acudian á las obras aumentaba el número de enfermos, por lo mal sano del pais y se experimentaban muchas calamidades; y clamando la caridad por el remedio de ellas, exîgia del Magistrado el pensar seriamente en aquellos arbitrios ó medios mas proporcionados á conducirlos al hospital de Ocaña y al General de Madrid, era corto auxîlio, y no tenia lugar en los muy agravados, por temor de que se muriesen en el camino.
Quien tocaba mas de cerca estas necesidades y lástimas, y los daños que se seguían de no poderse hacer una perfecta curacion, eran los Médicos del Sitio. Movido de estas razones, y de su excelente caridad el zeloso y sabio Don Juan Bautista Cutanda, que con grandes aciertos sirvió muchos años de Medico titular de Aranjuez dirigió sus fervorosas representaciones al Rey, dictadas por su grande amor á la humanidad en la parte mas