“Que al presentarse un Enfermo en el Hospital se le dará parte, y reconociendo
si es de recibo, se le hará admitir, siendo de su cargo confesarle, dándole algún
tiempo para la preparación, y cuando lo haya hecho volverá una tablilla, que
tendrá a la cabezera del lado que diga “Confesado”: y siempre que los Médicos
ordenasen que alguno reciba el Viático, lo bolverá a confesar, no obstante
haberlo hecho a su entrada, sin poderse excusar de esta obligación, como no
es propio de carácter facer, por lo que no se le hace más estrecho encargo..”.
Se puede pensar cuál sería la actitud de este Capellán en el caso hipotético de algún enfermo que no quisiera confesarse a su ingreso en el hospital, y posteriormente, en el momento agónico de no querer admitir el Viático. Parece duro creer que a aquel enfermo se le denegase la estancia. Necesariamente había que confesarse y rezar el rosario diariamente. Pero estas medidas no debían escandalizar a nadie, porque la religión se practicaba con bastante intensidad por aquellas gentes. Gonzalo Anes dirá a este respecto:
“Aunque la convivencia entre rutina, ignorancia popular y liturgia chocase a
los “ilustrados”, y fuese criticada, -pienso que nunca combatida abiertamente-
no por eso dejó de manifestarse con gran frecuencia en la España del siglo
XVIII… siempre que se acudía a lo sobrenatural como explicación o como
esperanza del remedio. Además, toda función vital de subsistencia, comida,
descansos, -todo acontecimiento de la vida de una persona- nacimiento y
bautizo, matrimonio y muerte,-estaba presidido por el rito religioso, por el
signo de la cruz que se trazaba, o por la misma cruz empuñada por el clérigo
que oficiaba. Las fiestas populares, el arte y la cultura popular misma, tenían
tambien para manifestar que acudir a la motivación religiosa. Este es el
origen de las romerías y fiestas populares, que aún en el presente se asocian
a la celebración en cada pueblo, de la fiesta del santo patrón. A ellas acudía
- y acuden – los medigos, los enefermos, los paralíticos, en busqueda de socorro y
remedio”. Pero no todo es modélico en esta religiosa sociedad: no hay confianza en los hombres que se han dedicado a ella. Gonzalo Anes sigue:
“Todo ello es muestra del carácter público y social del hecho religioso, lo cual
es síntoma de su fuerza, y a la vez de su debilidad en cuanto que aparece
solidarizada la sociedad entera, pero también debilitado por el ritual de las
concepciones populares a veces compartidas con un cierto anticlericalismo,
puesto de manifiesto en refranes y canciones, muestra de la toma de conciencia
popular de los vecinos de un clero del que se tiene conciencia que vive del trabajo
ajeno, del pueblo que paga los diezmos y sufraga con su dinero los gastos del
culto, las misas y las funciones religiosas”.
En el hospital se emplearán pocos sirvientes, cortedad que reconoce el mismo reglamento: “Capellán y Administrador” en un mismo sugeto; un Comisario de Entradas, que tendrá también las facultades de Despensero y Guardarropas; dos practicantes, tres mozos, una cocinera, (se aumentaría con otra pocos años después) y una ayudanta. Los dos médicos titulares del Sitio ejercerán aquí también,quienes por estas nuevas funciones no cobraran, por tener ya un sueldo asignado, como asimismo el Cirujano. Habrá también cuatro consiliarios, uno por semana, que representarán al gobernador, que es nombrado Hermano mayor del Hospital en razón de su cargo; también un secretario de juntas, cargo que recayó en Álvarez de Quindós. Los médicos alternarán el servicio entre ellos por meses, y los tres mozos estarán de turnos, siendo siempre uno de noche, y entre las obligaciones de éstos se encuentra la de poner en la cama del enfermo recién ingresado la tablilla de “Entrado sin confesar”. Los practicantes deberán mantenerse solteros, “sin poder pasar a otro estado, por la precisa obligación en que se constituyen de dormir en el hospital”.
El reglamento es muy prolijo en la enumeración de tareas y obligaciones. Los sueldos asignados son, diez reales diarios para el Administrador, y los gajes de médico, botica, leña y vivienda dentro del hospital; ocho reales para el Comisario de