El Puente Colgado
por Ángel Ortiz Córdoba
(Gazeta de Aranjuez, Abril 1990)
Dicen que el antiguo “puente colgado”, el que el pueblo en su memoria histórica sigue llamando “de Barcas”, se volverá a levantar. Incluso con sus cuatro columnas “colosales”, que adornaban su paso. No sé qué habrá de cierto, mas el rumor persiste, como deseando convertirse en realidad. Muchos de los que no lo conocieron se preguntan cómo era el puente.
En 1830, dos grandes tormentas de agua y granizo, se volcaron sobre Aranjuez y pueblos comarcanos. Los cerros vomitaban torrentes de agua que llegaban en avalanchas sobre el cauce del río Tajo, haciendo que la vega se inundase, arrasando cuanto encontraban a su paso. Hasta el Mar de Ontigola, rebosando su presa, mandó sus aguas por las calles abajo del Sitio, anegando los arcos de la plazuela de San Antonio.
Las impetuosas aguas del Tajo, hicieron saltar las amarras del barquito de vapor, si, de vapor, para asombro del padre Tajo que nunca había conocido barco fumando, y que se empleaba para la draga de los fondos. El barco, suelto y a la deriva, vino a chocar violentamente contra el arco central del Puente de Barcas, quedando empotrado y produciéndole graves desperfectos. Días después encalmado el río, se procedió a desenganchar la nave, ahondando las heridas del puente que quedaría inutilizado par el paso tanto de personas y carruajes. Se prohibió el tránsito y este se desvió por el cercano Puente Verde.
Ello es que se pensó levantar uno nuevo, esta vez “colgado”, sin arcos intermedios, para que el agua pasase por debajo sin obstáculo alguno, incluso en los momentos de las mayores avenidas del río. el primero en sugerir esta idea fue el administrador del Real Heredamiento, García Bueno; después, en su dictamen, el arquitecto mayor del Rey, Isidro Velázquez, rechazaba tal idea para a renglón seguido sugerir que él tenía trazado otro puente “colgado”. Evidentemente, quería todo el mérito para sí. Mas el proyecto que se llevó adelante fue el de ingeniero de don Pedro Miranda.