De este modo, así el, como todos tendrán cumplido gozo de ver de un golpe la fachada con todos los primores de la Arquitectura, y con todos los Adornos que la harán sobresalir.
Pero, según Andrada, los escritos que quedan custodiados en Palacio, dejan definitivamente claro que las estatuas se elevaron y que, de manera casi fulminante, se bajaron.
El Rey manda que se quiten del nuevo Real Palacio todas las Estatuas que están en la circunferencia de sus quatro fachadas, tanto sobre la Cornisa superior de su fabrica como las del medio de ella, y que se depositen y guarden por ahora en las piezas inferiores del mismo Palacio que parecieren a Vuestra Señoría más aproposito para el intento en el ínterin que Su Majestad manda colocarlas en pareja mas decente: y de su Real Orden lo participo a Vuestra Señoria muchos años. Buen Retiro 8 de Febrero de 1760.- Marques de Squilache. Sr. Dn. Baltasar de Elgueta.
Es el rey Carlos III quien ordena que se donen estas estatuas a ciudades como: Madrid, Burgos, San Fernando de Henares, Vitoria, El Ferrol y Aranjuez .
Pedro Miranda, arquitecto encargado de las obras, recurrió al rey, y le solicitó llevar cuatro estatuas a Aranjuez para adornar el Puente de Barcas. Las cuatro estatuas –Moctezuma II (Motecuhzoma), Emperador de los aztecas ; el quechua Atahualpa, Emperador del Perú ; Sancho III, el Mayor de Navarra; y el Conde de Castilla García Fernández, llamado el de las “manos blancas”– fueron concebidas para adornar el cornisamiento del Palacio Real de Madrid, y no llegaron a ser instaladas por temor a que el Palacio sufriese algún desperfecto por el peso de las estatuas.
Se colocaron en unas pilastras de piedra de Colmenar a ambos lados del recién construido Puente Colgado o de las Cadenas, acompañadas de cuatro jarrones de mármol de Carrara que en la actualidad están ubicados, dos en la confluencia de las calles del Capitán Angosto Gómez-Castrillón con la calle del Príncipe –durante muchos años estos dos jarrones estuvieron situados a ambos lados de la escultura al Rey Alfonso XII en la Plaza de la Constitución–; y los otros dos en el Parterre del Jardín de la Isla de Aranjuez.
Estos y otros (ocho en total) jarrones, fueron traídos de la Granja de San Ildefonso e instalados en el Jardín de Isabel II, el resto en el Parterre del Jardín de la Isla y en el propio Puente Colgado, quedando dos en la Granja del total de la serie que se componía de 28.
Fe Hernández , detalla como esos cuatro jarrones del Puente Colgado, de un total de 22 que vinieron a Aranjuez en 1804, fueron realizados entre 1721 y 1724 por el escultor francés Jean Thierry, yendo destinados cuatro de ellos al ornato al pie de los estribos del Puente Colgado en 1834, fueron retirados hacia 1910.