PUENTE DE BARCAS
Según describe Don Cándido López y Malta, en su libro
(Texto y ortografía, original del autor)
Don Cándido dice así: En la
- PARTE CUARTA -
CAPITULO X
Puentes y barcas sobre el Tajo y Jarama
pgs. 456-458
El antiguo PUENTE DE BARCAS, hoy Colgado, se colocó en 1656 donde hubo uno rústico que no tenia otro destino que facilitar el paso desde la orilla opuesta a los molinos de don Gonzalo, con motivo de haber mudado la entrada de Madrid, que hasta la fecha fue como hemos visto por el puente de la Isleta. Este puente, de veinticinco pies de ancho, con fuertes estribos de cantería, se componía de cuatro barcas con antepechos de madera torneada. En esta forma continuo muchos años, reparándole oportunamente, hasta que en el reinado de Carlos III se hizo la notable mejora de reducir a tres las barcas, poniendo barandillas de hierro y con la particularidad de poder elevarlas en caso de pequeñas crecientes; esta ultima obra se llevo a cabo bajo la dirección del célebre Villanueva, arquitecto que ayudó a su hermano don Diego a delinear el Palacio Real de Madrid. Muchos proyectos se pusieron en planta para la construcción de un puente de fábrica; pero era difícil conciliar la solidez con lo rebajados que habían de ser los arcos arquitrabes para que no perjudicasen al ornato y a la buena vista desde los balcones de palacio.
Se conservo este puente hasta 1810 en que le redujeron a cenizas en una de sus retiradas los ingleses, nuestros amigos, aquellos aliados que incendiaban nuestros pueblos y destruían nuestras mejores obras. Un camino de tanta circulación no podía estar mucho tiempo interceptado: provisionalmente se hizo un buen puente flotante para abrir el servicio mientras se construía otro con hitos de madera donde estuvo el de barcas.
Fue concluido con la prontitud que el caso requería; no era una obra que mereciese especial mención; estaba sin embargo regularmente adornado y en cuanto solidez, parecía tener la suficiente por su corta extensión y la docilidad con que por aquí marchan las aguas. A pesar de esto, las arriadas de 1829 le hicieron resentirse y se volvió a agitar la idea del tiempo de Villanueva, con felices resultados, pues hubo un inteligente ingeniero que se propuso, al construir otro nuevo puente, hermanar lo sólido con lo bello, y lo consiguió por fin, añadiendo un florón más a nuestro querido Sitio.
Se comenzó sin dilación a construir el Puente Colgado y quedo concluido en 1834. Se compone de un solo tramo de ciento diez pies de longitud, que descansa sobre bien labrados estribos de piedra de Colmenar, suspendido además por triples cadenas que cruzando cuatro sólidos machones, vienen a enlazar los extremos en otros pedestales también de piedra. Cuatro estatuas colosales y cuatro primorosos jarrones, hermanos de los del Parterre, con otras tantas farolas y una baranda de hierro muy laboreada, todo perfectamente combinado, forman el adorno de tan pintoresco puente. En el centro de las barandas, en dos tarjetones, se puso en uno de ellos:
EL REY FERNANDO VII DEDICÓ ENTE PUENTE
A SU AUGUSTA ESPOSA DOÑA MARIA CRISTINA DE BORBÓN.
Y en el otro:
AÑO DE MDCCCXXXIV
Nunca elogiaremos lo bastante a su digno ingeniero y director Pedro Miranda por esta obra especial, única de su clases en aquel tiempo, por que si bien existía, otro en Bilbao, parece que solo destinaba al paso de las personas, cuando el nuestro admite toda clase de cargamento. En treinta y cuatro años que cuenta, no hemos conocido hacer en él mas que leves composturas, y poner nuevas las maderas cada doce ó catorce años.