razón muy particular, que se les alejaba de los lugares más frecuentados por los compradores. Quieren formar calles simétricas y hacer una limpieza diaria de todo el recinto. Como se normaliza al tiempo el cobro del arbitrio, en el ayuntamiento comienza a germinar la idea de la construcción de un edificio amplio, capaz, en el que se encuentren resueltos todos los problemas inherentes a los abastos públicos.
Es el año de 1850 cuando el proyecto, apenas nacido, va a ser abortado por un alto empleado del mismo Ayuntamiento. Es el Depositario de Fondos, don José Antonio de Madariaga Ayala, personaje con una biografía tan sorprendente como enigmática.
Había nacido en Puentelarra, en La Rioja, en 1774, siendo vecino de Madrid, arrienda al Patrimonio de Aranjuez las tierras del Campo Flamenco en el año 1815. Su buena relación con la Real Casa permite que ésta le nombre Depositario de Granos de este mismo Real Heredamiento. Es un cargo de cierta responsabilidad. Todas las Tierras que administra el Patrimonio deberán pagar de arrendamiento unas cantidades que casi siempre son en especie, alrededor de un diez por ciento de los productos de esas tierras. Todos los años se manejan miles de fanegas de distintos cereales: trigo, cebada, avena. El Recaudador administra su almacenamiento, reparto y venta. Es un cargo, además, privilegiado, que le permite estar cerca de los prohombres de Palacio.
Su hoja de servicio muestra que en 1836 ha sido recaudador de “Donativos patrióticos”. Y también que ha sido “comisionado por el Banco Nacional de San Fernando, cumpliendo siempre con lo que se le ha exigido”.
Padría parecer un tanto extraño que, al tiempo que dedica su actividad a labores patrimoniales, también lo use para intervenir en la vida política de población. Sin embargo, así es, y no será el único caso. En la historia de Aranjuez, desde el año 1836 hasta aproximadamente el año 1980, ya tan cercano, los hombres del Patrimonio han intervenido con mucha frecuencia en los quehaceres municipales. A veces, esta actividad ha podido ser un tanto nociva para los intereses locales, porque parecían supeditar éstos a las conveniencias del Patrimonio. En otras ocasiones, es verdad, han tenido intervenciones muy beneficiosas para la población.
En 1838, Madariaga es nombrado regidor del Ayuntamiento de Aranjuez, por cuyo motivo se le encomienda efectuar los pagos por el alquiler de almacenes propiedad del Patrimonio y por el arrendamiento del Coto Carnicero. En 1839, el Patrimonio le concede el arrendamiento de la huerta del Convento de San Pascual, “con el libre uso de todas las oficinas adjuntas a dicha huerta”. Sobre este tema, López y Malta nos daría noticia más amplia:
“Fue destinado el templo y convento a usos poco decorosos, encargándose de él D. José Antonio de Madariaga, depositario de granos del Real Patrimonio. Este mismo señor solicitó y obtuvo se abriese la iglesia al culto en 1845 con un rector y dos capellanes, pagada su dotación y demás gastos por los Reyes”.
Efectivamente, de Real Orden de 17 de junio de ese año, la Reina le encargaba esta misión, asignándole 300 reales mensuales para cubrir los gastos.
Madariaga, entre los años 1840 a 1845, vivirá unos momentos dispares y desconcertantes. En 1840 el general Espartero hace su “revolución”, encaminada a quitar el poder a la Regente María Cristina, una vez conocido su matrimonio con Fernando Muñoz, la unión morganática que habían querido mantener en secreto. Poco después de los “Muñoces” de Aranjuez y sus aliados, que forman un bloque cerrado y muy poderoso en la Administración del Patrimonio, son denunciados por un grupo de influyentes vecinos.
En estos últimos meses de 1840, el Ayuntamiento de Aranjuez había estado presidido por “don Julián Muñoz, Depositario de Maderas, Tío carnal de D. Fernando, nombrado Alcalde Constitucional por sus parciales en 1840”. Un interrogante se plantea a este historiador: ¿cómo es posible que en el archivo del Ayuntamiento de Aranjuez no haya ningún documento que registre o evidencie la presencia de este alcalde durante aquellos meses en que es denunciado? El historiador ha podido constatar que existe una laguna entre el expediente fechado el 9 de julio firmado por el posible alcalde Domingo Antonio López y el que en 21 de diciembre de ese mismo año firma el alcalde Fermín Castaño. Yo no he podido encontrar nada referente a esos cinco meses. Este aprendiz de historiador, algo investigador también, ha acabado por aceptar sin sorprenderse este escamoteo de documentación porque ha comprobado que esto se repite en determinadas épocas de nuestra historia local. Se debe denunciar estos hechos que evidencian la existencia de personas a las que no les ha interesado que se conozcan posteriormente sus actividades. Esto es un delito contra la Verdad, silenciándola, y un agravio a la Historia, porque los hombres públicos deben pechar con sus responsabilidades. En este caso D. Julián, tampoco he podido