En octubre de 1896, el Ayuntamiento que preside ahora Enrique Mejías y Oliva debe todavía al contratista unas 25.000 pesetas, de un total de 221.442,16 a que había ascendido el monto total del importe de las obras, sin incluir los puestos de la plaza. Se le había retenido al constructor esta cantidad, además de la imposibilidad de abonársela por falta de numerario, aduciendo que había que desquitarle el importe de la multa de 25 pesetas diarias por la paralización que hizo de las obras en los últimos días anteriores a su finalización. Álvarez, que creía injusta tal medida, reclamó al Gobernador de la provincia. Como en anteriores ocasiones, éste alargó su meditada respuesta y acabó dando la razón a Álvarez. También hubo que abonarle 1.500 pesetas por otros pequeños gastos. Posteriormente se procedía a la liquidación definitiva de los honorarios de Sánchez Sedeño, autor del proyecto y Director facultativo de las obras.
Las dificultades económicas por las que tuvieron que atravesar posteriormente las siguientes Corporaciones, quedando solventadas en alguna parte por los mayores ingresos que proporcionaba ahora el Mercado de Abastos, con el aumento de la cuantía del arbitrio de plaza. A ello contribuyó considerablemente el incremento de los puestos de venta y la elevación de las tarifas.
En el espacio comprendido entre los años 1893 y 1898 se han incrementado los ingresos en más del 230%. Esto sería un pequeño balón de oxígeno para la asfixiada Caja de los posteriores Ayuntamientos, tan necesitados de ingresos ordinarios para liquidar aquellas deudas heredadas.
Ingresos del Mercado de Abastos.
Con el Mercado al descubierto: 1890 Santiago Pradilla 9.035
1891 Luciano Rodríguez Águila 10.500
1893 Manuel Rodríguez Portillo 10.438
Con el edificio nuevo del Mercado:
1897 Emilio Díaz Calderón 23.400
1898 Antonio Sánchez Capuchino 24.257
Aunque los alcaldes Huertas y Almazán tuvieron que efectuar fuertes desembolsos, al menos tuvieron la satisfacción de ver convertido en realidad su ferviente deseo. Para hacer frente al pago de las deudas y a la presión a que estaban sometidos por esto mismo, los Ayuntamientos posteriores tuvieron que recortar sus propios proyectos para que no fueran una nueva fuente de gastos. A pesar de ello, también trabajarían con cierta eficacia: el monumento dedicado a Alfonso XII, la traída de aguas, el alcantarillado… lo atestiguan.
En el año 1899 era alcalde José Rodríguez Monje. El exalcalde Almazán es ahora un simple concejal que no asistía frecuentemente a las sesiones municipales por su avanzada edad y, quizá también, quemado por tantos años de actividad pública.
En un pleno de esta corporación, un concejal, Adelardo Montoro Izquierdo, adscrito a la Comisión de Hacienda, dio un informe verbal sobre la situación de las arcas municipales que no era satisfactoria. Gran conocedor de los agudos problemas de la población, censuró la actuación de Almazán en el tiempo que había ejercido la última alcaldía, diciendo que “había administrado a lo rico”, dejando entrever que sus cuentas no habían quedado suficientemente claras, que había derrochado los dineros municipales puertas del Mercado de Abastos. El concejal que quejaba, además –esto era lo que más le dolía-, porque los Ayuntamientos anteriores a la construcción del Mercado saldaban todos los años sus presupuestos con superávit, y ahora, en 1899, arrastraba unos números negativos. Todavía se adeudaban 42.374 pesetas “por créditos sin satisfacer”.
Las noticias de este pleno saltaron inmediatamente a la calle y llegaron con prontitud a oídos de Almazán. Éste, contra su costumbre, asistió a la sesión municipal siguiente. Como un león herido, no podía tolerar aquellas acusaciones efectuadas en un pleno municipal y que eran pábulo y comidilla de los vecinos, distorsionando más aún aquellos comentarios. Hizo una larga exposición e defensa de su conducta como alcalde, que sería recogida literalmente en el acta. En ella destacaban unas frases que pueden ayudar a comprender la dignidad y honradez de este hombre:
“… Viene a defenderse, esclareciendo su honra y dignidad que de boca en boca se maltrató por interpelaciones a que ha dado lugar la exposición de aquellos créditos. Es por tanto, para el que habla, situación grave y delicada, porque se trata de su honra que a todo trance defiende, porque sin honra no se vice, y el que no la tiene limpia, sin tacha, ni aún en público debe presentarse”