piedra, no baja de ½ arroba por fuerza de caballo, y hora. La velocidad es independiente de la fuerza; y tal se han perfeccionado las locomotoras aumentado el radio de las ruedas, y con ellas la velocidad, sin rebajar su solidez, bajando la caldera, y por consiguiente, su centro de gravedad, añadiendo á las cuatro dos ruedas, y a todos los carruajes por evitar la reproducción de la catástrofe del año 1842 entre Paris y Versalles que no es de tener contratiempo alguno. #(1)La desgracia de 8 de mayor por vuelco de la locomotriz, que incendio los coches, y dio muerte a 200 personas, no puede repetirse por la misma causa. Una sola rueda, que saltó del carril, bastó para ello, y á fin de prevenir otro caso igual, llevan 6 todos los carruajes.# Un freno, sujeta el tender, comprime las ruedas, y las para cuando se quiere notándose al punto la disminución de su rodar.
Muchos caminos hay de una vía, y no faltan de cuatro; de ida y de vuelta por unidad. En aquellos solo se puede marchar en una dirección, á no ser que se separe uno de los convoyes si para ello hay en puntos determinados separación de vía (apartadero). Puédese también pasar de una vía a otra, y cruzarla por varios medios, á saber: por carriles oblicuos que las unan, (esto sin detenerse): y por una plataforma, fija, sobre la cual y sus carriles en la dirección que trae la locomotora se hace entrar esta, y haciendo girar sobre sus ruedas la plataforma, queda la locomotora, y cada carruaje sucesivamente, en la dirección que han de seguir, cualquiera que sea. Para que arrastre 25 coches, no es preciso sea de gran potencia la locomotora, sino hay grandes pendientes en la línea. También pueden ir una tras otra dos locomotoras, ó una á la cabeza y otra á la cola del convoy, aprovechando en ambas casos la fuerza de ambas, Tan previsto está todo, que cada carruaje, inclusa la locomotora, tiene delante y atrás unos topes en forma de embolo, cuyos muelles amortiguan las sacudidas al parar el convoy, ó las que en un choque violento se experimentarían. Por esto mismo es que al tender sigue el carruaje de equipajes, á este los coches de 3ª, 2ª, y de 1ª clase, los wagones para efectos, animales, y plataformas para carruajes particulares.
Merced á tantas, y tan esquisitas prevenciones, á previsión tan sabia, no son ya de temer los raros, aunque funestos accidentes, de otros tiempos. Si aún se repiten más allá del Océano, culpa es de una legislación que todo lo fía á la libre acción del interés individual, que más que del bien ajeno, se cura allí de la economía. Los tímidos y los detractores de este magnifico y sorprendente descubrimiento, de este medio de comunicación sin igual, dejan de serlo á su vista. Entonces ven que es más difícil un fracaso, que volcar, procurándolo el mayoral, la diligencia; porque serian necesarias tres cosas para que saltase de los carriles un tren; que el guarda quisiese: que pusiese sobre ellos un obstáculo invencible; que el encargado de ver el camino no quisiese detenerle, comprometiendo su vida.
El celo de los gobiernos, por una parte, el interés bien entendido de las empresas por otra, y la ciencia sobre todo, han arrancado millares de victimas que contaría la humanidad sin los caminos de hierro. Compárense las de que se les puede hacer cargo en el Reino-Unido durante el año 1849, 12 por 57, 960.684 viajeros, y dígase si aun allí que son tan buenos los caminos y las diligencias, no habrían sucumbido mil veces mas personas; si la imprescindible dilación no había costado á otras, enfermas, la vida. Y si de Inglaterra venimos á España, toda vez que ya tenemos caminos de hierro, ¡cuántas mas no serian volcando á cada paso las diligencias , tan inseguras por su alta carga, tan desigual el suelo).. Y cuenta que la comparación es con el medio de viajar más pronto y más cómodo. Y nada hemos dicho de su economía. De Paris á Orleans, 32 leguas, se va por 6 fr. y 35 céntimos, en coche de 3ª clase, y por 12,60 en el de 1ª. Si costase más, mucho mas el ir por camino de hierro, no habría quien dejase de ahorrar el tiempo, que es lo que más vale, y no trocase por la comodidad, por el agrado, por viajar sin polvo, excusándose traje de viaje y su deterioro, y asegurado de ladrones, los inconvenientes de la diligencia. Más temible que la explosión de la locomotora si se la hiciese desarrollar toda su fuerza en las subidas, seria de temer se precipitasen por la gravedad los carruajes, ó no llegara el poder de los frenos á detener en el acto el convoy en la más violenta marcha. La planicie y nivel de los carriles hace que la relación de 1 a 25 que existe entre la fuerza, y la resistencia en los caminos ordinarios más perfectos, sea de 1 á 200, en el camino de hierro. Más desproporcionada es en los canales, si es lenta la conducción, de 1 á 1200, pero son más costosos los canales y sin ser en todas partes posibles por el desnivel, y falta de agua sufren mil interrupciones por los hielos, limpias y reparaciones, no pudiendo pasar su velocidad de 2 leguas por hora. No así los caminos de hierro, al abrigo de todas las irregularidades de la circulación, y de todos los inconvenientes de las influencias atmosféricas.