Siempre que se tomaba alguna disposición importante eran conocidos ventajosamente los resultados: así que aprobado y puesto en ejecución este reglamento empezaron á notarse nuevos destellos de vida, que fueron sumamente fugaces; porque era poco el anhelante empeño del conde de Balazate en pró de la yeguada, cuando parecia que alguna alta influencia estaba interesada en destruirla.
Remplazado este Director por el conde de Puñonrostro, es de ceer que habrá ejecutado con sentimiento las medidas decretadas, entre ellas la considerable venta de ganado sin escepciones verificada este año anterior. Con ella, la nombradísima yeguada de Aranjuez, De donde han salido caballos de precio y belleza, para regalar a principes de otros paises y suministrado sementales para regenerar muchas ganaderias, ha quedado reducida á una sombra de lo que fue, é incapacitada de rehabilitarse, aunque así se pensase, en muchos años.
Otra yeguada más modesta, y no muy numerosa estableció el infante D. Cárlos en 1815, la que disfrutó los pastos del cuartel de las Infantas. Fue formada con algunos de los caballos padres que sirvieron para reorganizar la Real yeguada, los que se cruzaron con yeguas andaluzas y estremeñas, compradas al efecto, llegando á producir excelentes caballos de silla. Las ocurrencias políticas de 1833, motivaron su inmediata disolución.