Se nombro nuevo director en 1837, siendo de feliz augurio para la yeguada: no eran muy intensos sus conocimientos, pero sí más que los de sus antecesores. Su buen deseo que superaba á su amor propio, le aconsejó entregar la direccion de la parte facultativa á el ya entonces antiguo empleado, profesor veterinario D. Julian Soto, el que asociado á los mariscales de caballerizas, hacian una estudiada eleccion de los caballos padres que convenian para cubrir cada yegua, con el propósito de ir paulatinamente llevando la yeguada de Aranjuez al grado de perfeccion en que estuvo colocada.
No puede negarse que aunque un poco separados de la conducta de aquel Director nada perdió esta dependencia con los nombramientos de los señores Perceval, duque de S. Cárlos, Miraflores, Marchesi, Balazote y Puñonrostro que ordenadamente le sucedieron. Sin embargo, aunque estaban dotados la mayor parte de alguna inteligencia, adquirida por haber consultado con personas competentes, los adelantos que después se notaron no marchaban con la rapidez consiguiente, por que cada cual establecia un plan especial, que si bien no tenia la fortuna de que viese fructificar, se contaba con la seguridad de que habria destruido lo bueno que el de su antecesor hubiera hecho.
Entre los años 1840 al 48 en que estuvieron al frente los cuatro primeros de estos directores, fue cuando se dispensó más proteccion á la yeguada. En el último de aquellos años se dividio en cuatro secciones, para hacer ensayos de la cria en varios conceptos: la primera y principal se estableció en Sotomayor para que produjese caballos de silla puramente españoles: la segunda en la Flamenca para los caballos de tiro ó percherones, por medio de la cruza de estas yeguas con caballos normandos: la tercera de pura raza inglesa en las infantas, y la cuarta en Villamejor para obtener mulas de tiro.
Además se estableció según hemos dicho al tratar de la casa de Vacas, el sistema de estabulacion misto en aquel edificio. En todos estos puntos se hicieron obras considerables y sumamente costosas, especialmente en Sotomayor, donde hasta entonces no se conocieron más edificios que la casa de la monta y el oratorio.
Tambien en aquella época recibió un gran esfuerzo la yeguada, pues además de un caballo inglés de media sangre que se habia importado en 1843, se trajeron en 1847 dos de pura sangre y tres normandos, enrazados con ingleses; llegaron así mismo cuatro yeguas inglesas de pura sangre, cuatro de media sangre y tres potros; dos caballos de pura sangre y otros dos de Mecklembourg en 1848, y veinticuatro caballos árabes y uno persa, dos potros y doce yeguas árabes que entraron en Madrid el 17 de Noviembre de 1850, destinados á la Real yeguada de Aranjuez. Se estableció una estensa oficina