Para refinar esta casta caballar en todas sus partes, trajo los caballos padres de mejor figura que hallarse pudo; consiguiéndolos con esta medida de buena sangre y muchos brios, cada cual en su clase, de mucha vida en general y de una estremada sobriedad. Las mulas, aunque de poca alzada es notoria su fogosidad y pujanza, con otras buenas cualidades que las hacen ser codiciadas como los caballos por los inteligentes que se interesan en las subastas de las sobrantes.
Se fué acrecentando y mejorando esta yeguada modelo, hasta necesitarse hacer para ella más construcciones en Villamejor cuya dehesa se destinó para la clase mular ó del burro, elevándose a su grado máximo en los últimos años del pasado siglo. Llegando el año de 1808, ese período fatal que fué una rémora para la España entera y especialmente para Aranjuez, fue necesario diseminar esta yeguada en las comarcas del Mediodía, teniendo su director entonces D. Casimiro Navarro la felíz inspiración de embarcar para Mallorca cincuenta potros de tres á cinco años, con el laudable deseo de conservar tan escogida raza.
Vuelta la tranquilidad, aquel incansable Director promovió su reorganización, presentando las más escojidas cabezas que pudo conservar y unas cincuenta yeguas que recobro de las que se dejaron repartidas á los ganaderos andaluces. Vasto era el plan y débiles los elementos: se empezó á rehabilitar, y cuando se iba consiguiendo, los sucesos de 1820 fueron motivo para que se deshiciese totalmente. La brevedad de aquel cambio político fué una ventaja para esta desgraciada yeguada, porque se volvió á rehacer inmediatamente, aunque sin lograr por entonces su antigua importancia.
Debieron no ser tan inteligentes los directores que sucedieron al infatigable Navarro; porque la yeguada sin que mermase su número, habia perdido muchas de sus perfectas cualidades, dícese que por haber introducido algunas cabezas procedentes de establecimientos de la remonta de Úbeda, como cesion del arma de Caballería en 1828.
Nada se adelanto en los años sucesivos, y no por falta de medidas ni sacrificios, por que en 1832 se importaron dos caballos ingleses de pura sangre y cuatro de media sangre que ingresaron en 1834. Los desaciertos eran frecuentes como no podia menos de suceder por el nombramiento de directores tan poco idóneos como poco dóciles para seguir los consejos de los subalternos inteligentes.