Todos estos edificios, junto con algunos proyectos que no llegaron a materializarse, fueron conformando una auténtica tipología, que incluso informaría la tradicional de las viviendas del Real sitio y de la que el edificio que nos ocupa es una buena muestra de ello.
Si tomamos la Regalada, hoy desaparecida, la Casa de la Monta en Sotomayor y las Cocheras de la Reina veremos unos edificios compactos, con una fuerte imagen unitaria exterior. Unas crujías transversales, donde se ubicaban servicios y cocinas, definían patios interiores en torno a fuentes. Otra característica en común, es la configuración de las naves de caballerizas que ocupaban las crujías principales de la Planta Baja con una organización tripartita: un doble pórtico formado por pies derechos de madera acortaban la luz y definían un virtual pasillo para la circulación de caballos y, a ambos lados, los establos y pesebres alineados contra los muros de crujía. En los pisos altos se disponían las habitaciones para la servidumbre.
Sin embargo, a pesar de estas invariantes, en el edificio de las Cocheras de la Reina pesaría de forma decisiva su responsabilidad urbana, como más adelante veremos. Por ello, es especialmente significativo como antecedente, La Casa-Mesón con caballerizas y Cuadras, que Bonavía proyectaría para el Real sitio en 1743. Proyecto de extraordinaria claridad, sencillez y funcionalidad, lejos de toda retórica (fig. C).
Se trataba de una posada de veinte distintos aposentos con sus correspondientes buhardillas para criados y una cochera y caballeriza separada para cada uno. (A.P. leg. 12 de 26 de junio de 1743)
El edificio se organizaba en torno a dos patios. El primero era la posada propiamente dicha, con los alojamientos en doble altura, independientes entre sí, mirando unos al patio y otros al exterior. El segundo lo componían las cocheras y caballerizas, también en número de veinte e independientes entre sí, como los alojamientos. Su capacidad era de siete caballos y dos carruajes cada una. La crujía que dividía los dos patios albergaba servicios y cocinas y permitía la relación y poso entre los dos patios según el eje longitudinal, donde también se situaban las dos entradas principales.
De nuestro edificio de las Cocheras de la Reina no quedan planos originales pero contamos con el levantamiento de la planta Baja de Bernardo Fernández del Anillo, en 1785, que no diferiría mucho del original y que nos permite algunos comentarios (fig. d).
Al igual que el proyecto de Bonavia, el edificio se organiza en torno a dos patios claramente diferenciados funcional y formalmente. Uno de servicio con unas caballerizas que responden a esa organización tripartita a que antes hemos aludido, y otro más representativo y con un mayor empeño formal, donde se alinean patio principal y el resto sobre las caballerizas. Se repite, también, el esquema de dos entradas y comunicación de patios según un eje longitudinal, igual que el proyecto de Bonavía.
Sin embargo, Marquet se distancia en su voluntad de conferir al edificio una presencia urbana más rotunda y la de someterlo a una tipología más palaciega. Se trata de un proyecto menos directo, con más preocupaciones formales y representativas y que da como resultado una imagen de contenedor cualificado.
Precisamente, esta última condición permitió que con bastante naturalidad, fuese convertido en oficinas de la Real Yegüada y más tarde, desde 1887, en Colegio de Huérfanas de la Infantería y que ahora lo sea en Centro Cultural (fig. f).
Arquitectos
-Juan José Echeverría y Enrique de Teresa-