Realizada ésta por artesanos del lugar, reproducida de una manera mimética el tipo de armadura y cercha que estaban habituados a ejecutar de forma más doméstica en las viviendas del Real sitio, sin tener en cuenta que una solución buena para crujías de 8.60 m. (tamaño medio de la doble crujía en la vivienda de Aranjuez), no lo era tanto en una crujía de 11.66 m. (fig. 17
Esta inadecuación provocó el deterioro del edificio de manera importante al transmitir esfuerzos horizontales a la coronación de los muros, que se hacía más grave cuando, ante la necesidad de resolver la esquina con una cercha diagonal de mayor medida (19 m.), los recursos técnicos y probablemente económicos no permitían una solución medianamente correcta.
Los pares de casi 7 m. de longitud y con una escuadría media de 21x23 m. sufrían una flexión muy considerable que un puente, a veces de 16x4 cm. No podía absorber. Como consecuencia de ello se produjo un abombamiento general de la cubierta. La flexión de los pares forzó un giro en las cabezas de los mismos que a su vez perjudicaba notablemente tanto a la hielera como a los estribos.
La tabiquería interior
Salvo las pequeñas divisiones más modernas, las distribuciones generales estaban compuestas por entramados de madera con tomizas y ladrillo de tejar macizo, todo ello recibido con yeso.
La carpintería y cerrajería
De la carpintería del proyecto original no quedaban restos y de la construcción de Isidro González Velázquez únicamente los cercos de los huecos exteriores, de una gran escuadría y de madera de pino. Las hojas y carpintería interior pertenecen a sucesivas reformas más recientes y no tenían un interés especial (fig. 18).
En cuanto a la cerrajería hay que destacar que las rejas de forja exteriores de planta baja son originales y siguen el modelo tradicionalmente usado en Aranjuez en la segunda mitad del siglo XVIII. No se pueden decir lo mismo de los balcones de la planta alta que responden a un modelo más evolucionado de balaustre torneado y que correspondía a la intervención de González Velázquez (pag. 19)
Los revestimientos y acabados exteriores
En un principio la construcción de muros pudo ser concebida para quedar vista, dada la regularidad de los aprejos, verdugadas, machos, etc. Sin embargo, aparece que pronto fueron revocados y pintados. Se han encontrado restos de revoco de cal y de enfoscados de cemento, así como diversas pinturas, que a través de indicios y de documentos gráficos de épocas anteriores, hemos podido comprobar, simulaban sillares, tarjetones, jambas, molduras, etc. (figs. 20 y 21).
Dos impostas señalaban los forjados y unos falsos sillares materializaban las esquinas y la única alteración al ritmo monocorde de la secuencia de los huecos la componían las dos entradas con recerco de piedra, volutas y balcón corrido (fig, 22)
Es bien seguro que cuando el edificio se construyó a mitad del siglo XVIII con pretensiones palaciegas y probablemente con buenos medios económicos presentaría, aunque modestamente una imagen “ilustrada” bien distinta al aspecto adusto y castizo con que nos encontramos antes de la actual rehabilitación (figs. 23 y 24)
Los acabados interiores, como tarimas, mármoles, cerámicas, cerrajerías, etc., habían desaparecido lamentablemente en los últimos años, fruto de la rapiña que el edificio había venido sufriendo desde su abandono como Colegio de Huérfanas hasta su compra por la Comunidad de Madrid.
Todos estos antecedentes constructivos, la valoración que hemos sobre la vida del edificio, unido a la voluntad de caracterizar fuertemente la nueva intervención, han estado presentes a la hora de materializar constructivamente la rehabilitación.
Así, el proceso constructivo, una vez limpio el edificio de toda la tabiquería auxiliar, entreplantas y elementos que van a ser restituidos, ha sido el siguiente: