Tal situación ha perdurado hasta que hace pocos años el Plan Especial del Casco planteó la recuperación parcial dela plaza y catalogó el edificio, que se encontraba en situación de abandono y claro deterioro. La Comunidad de Madrid a instancia municipal y propiciado por la nueva situación urbanística, pudo adquirir tanto el edificio como sus dependencias anejas y así, recuperar ya una parte de la plaza y efectuar una rehabilitación que devuelve a la ciudad un edificio y un espacio urbano tan importante, al tiempo que también y en otra intervención, se recupera la plaza de San Antonio.
Hay que entender, por tanto, la rehabilitación del edificio no sólo desde criterios estrictos de intervención en el patrimonio edificado sino también como parte estructurante de una regeneración urbana posibilitada desde hace algunos años por la desaparición de las travesías de la N-IV por el Casco.
Es evidente que la ciudad ha evolucionado desde su fundación, y que la recuperación de este conjunto urbano (edificio y plaza) no puede hacerse desde las claves fundacionales que antes hemos referido, sino que debe enmarcarse dentro de una nueva estrategia urbana. En efecto, en el Casco, que en los últimos tiempos había sufrido un fuerte deterioro y un cierto despoblamiento en favor dela periferia, se están produciendo una serie de intervenciones dirigidas a su revitalización y reafirmar su centralidad. La rehabilitación de las Cocheras de la Reina, por su condición de Centro Cultural, contribuirá decisivamente, no sólo a reinsertar una importante pieza urbana, sino también, a través de una importante actividad cultural y docente, a la revitalización del Casco a que antes aludíamos.
Esta reflexión sobre el edificio y la ciudad y la necesidad de esa reinserción urbana a la que nos hemos referido, nos ha llevado a introducir en el proyecto las siguientes premisas:
-Desde el punto de vista de su imagen en la ciudad, el edificio debía recuperar su rotundidad y claridad, facilitada ahora por la apertura de la plaza; desprenderse de añadidos como el pequeño jardín y verja que lo aislaban de la calle del Capitán y mostrar una fachadas restituidas con respecto a la imagen unitaria que tuvo a lo largo del siglo XIX.
-Creemos necesario recuperar la axialidad en la organización del edificio, perdida cuando se clausuró la entrada por la calle del Rey, al convertirse en Colegio de Huérfanas, habilitando las dos entradas de forma equivalente y poniendo en valor su relación, tanto con la calle del Capitán como con la calle del Rey. Todo ello dentro del propósito general urbano de difusión de centralidad del Casco.
-El uso eminentemente cultural y la necesidad de que el mismo se involucre en la vida de la ciudad, hace necesario, sin perder la rotundidad de la implantación urbana, que el edificio pierda algo de ese hermetismo y distanciamiento que ha estado siempre presente. Para ello convertimos el patio próximo a la calle del Capitán en plaza urbana reconocible por su tratamiento arquitectónico y accesible permanentemente desde la calle. Esto nos permite, además, acercar al usuario al vestíbulo general que está en el corazón del edificio y hacer presente simbólicamente con la presencia del auditorio en el patio, el nuevo uso y la nueva vitalidad que el edificio adquiere.
La vida del edificio
A lo largo de los casi dos siglos y medio de vida del edificio y antes de la actual rehabilitación, se habían sucedido en él diversas intervenciones que es importante reseñar para entender e identificar procesos constructivos en relación con la época en que se produjeron.
El edificio original de Marquet sufrió un incendio durante la invasión napoleónica de 1808 en el que ardieron todas las armaduras de madera de la cubierta e incluso los forjados del piso principal, quedando prácticamente en pié sólo los muros. Hasta 1832 fue sufriendo un progresivo deterioro causado por el abandono y la erosión natural del tiempo.
Entre los años 1832 y 1833 y dentro de una campaña general de reconstrucción del Real Sitio impulsada primero por Fernando VII y luego por Isabel II, se reedifica completamente según planos de Isidro González Velázquez, rehaciéndose forjados y armaduras de cubiertas y renovándose toda la carpintería y la