COCHERAS DE LA REINA MADRE
BASES PARA UNA INTERVENCIÓN
Arquitecto -Juan José Echeverria-
Cuando se nos encargó La rehabilitación del antiguo edificio de las Cocheras de la Reina Madre para convertirlo en Centro Cultural, nos planteamos cuáles deberían ser las bases desde las que afrontar el proyecto. Partimos para ello con la convicción de que es, desde el entendimiento del propio edificio y del lugar, en sus razones urbanas, históricas, constructivas, formales y compositivas, es decir, en la compresión de las razones de su arquitectura, desde donde podríamos encontrar una solución al carácter de la intervención para adecuarlo a las exigencias, tanto funcionales como representativas del programa e insertarlo de nuevo en la vida de la ciudad.
El edificio y la ciudad
La historia del origen urbano de Aranjuez y la de las Cocheras de la Reina Madre van unidas de la mano de Jaime Marquet, arquitecto francés llamado a Madrid en primera instancia por el Duque de Alba y que luego Fernando VI ocuparía en la atención a diversas obras reales. Entre ellas se destacaría como el ejecutor de las ideas de Bonavía para la fundación de Aranjuez como ciudad, y como autor del Teatro y de las Cocheras de la Reina Madre.
De todos es conocida la decisión de Fernando VI de hacer de Aranjuez una ciudad abierta y de encargar al arquitecto italiano Santiago Bonavía el plano y diseño de la ciudad. Bonavía moriría años más tarde y sería Marquet nombrado arquitecto Real de Aranjuez en 1760, aunque ya desde 1755 había sido ayudante de Bonavía y encargado de numerosas obras de las que se tiene noticia (fig. 1).
Repasando en los archivos de Palacio Real la actividad relacionada con las obras en Aranjuez en el periodo entre 1755 y 1765, y comparando los dos planos conocidos como fundacionales de la ciudad, el de Bonavía (1750) y el de Marquet (1765), con el actual plano de la ciudad, podemos deducir que si bien Bonavía fue el responsable intelectual de su trazado, Marquet fue su ejecutor y responsable último de su formalización, tal y como hoy la conocemos (figs. 2 y 3).
Esa responsabilidad y la coincidencia en el tiempo con la construcción de las cocheras de la Reina a él encomendada, fue aprovechada por Marquet para hacer de ese edificio una pieza urbana esencial de la nueva ciudad.
Dentro de la concepción urbana de Bonavía confirmada más tarde por Marquet y que armoniza con tanta naturalidad el trazado radial con el de cuadrícula, destacaremos la articulación de la ciudad en torno a dos ejes que contienen sendas plazas. El primero define la directriz longitudinal de la Plaza de San Antonio y toma como orientación la Norte-Sur de la Casa de Oficios en construcción. El segundo, ortogonal a éste, define lo que será la calle de San Antonio y la situación y orientación de una nueva plaza, llamada de Abastos, que se contrapone a la de San Antonio estableciendo una clara polaridad entre ambas y un ponderado equilibrio urbano.
La importancia de estas dos plantas como los dos centros urbanos de la ciudad se ve confirmada por la instalación en ellas de dos fuentes públicas de agua potable, las únicas que entonces existían La de la plaza de San Antonio, presidida por una estatua de Fernando VI, obra de Bonavía y la de la plaza de Abastos por cuatro delfines por cuyas bocas manaba agua, obra de Marquet. Una ciudad en torno a dos plazas y a dos fuentes.
La plaza de San Antonio es la responsable de articular la homogénea trama de manzanas con el episodio que da origen a la ciudad: El Palacio, con la mediación simbólica de la Iglesia de San Antonio que actúa como foco. Una galería de arcos ondulante, de ladrillo y piedra que va cosiendo los distintos edificios,