rentable –agudizadas en 1979, cuando el ministerio de Cultura incoó un expediente para declarar Aranjuez como Conjunto Histórico Artístico que se tradujo posteriormente en la redacción de un Plan Especial del Casco Urbano que impuso unas condiciones de intervención muy difíciles de asumir por la iniciativa privada- fue revendido el 29 de julio de 1985 por 94.814.140 ptas. A la Comunidad de Madrid, que por un decreto del 23 de mayo anterior ya lo había afectado a la consejería de Cultura, Deportes y Turismo con el fin de “dedicarlo a Museo de Barro de la Comunidad de Madrid, Biblioteca Municipal y Centro Cultural Comarcal”; aunque temporalmente sirvió para alojar el mercado municipal mientras se restauraba su edificio de la plaza del Ayuntamiento. Finalmente se renunció a instalar el museo para dedicarlo exclusivamente a Centro Cultural, siguiendo un anteproyecto firmado en marzo de 1984 por los arquitectos Juan José Echeverría Jiménez y Enrique de Teresa Trilla, que respondía a un encargo conjunto del Ayuntamiento de Aranjuez y la conserjería de Ordenación del Territorio, Medio Ambiente y Vivienda de la Comunidad. En ese proyecto se proponía vaciar el edificio –conservando sólo la cubierta y las fachadas exteriores- y sustituir la crujía intermedia entre los patios por un nuevo volumen que alojaría el Auditorio y Salón de Actos; realizándose las obras en dos fases cuyo coste recaería en la Comunidad de Madrid, aunque se preveía que la explotación final corriese a cargo del Consejo arancetano. Con este fin el 18 de diciembre de 1992 la Consejería de Educación y cultura firmó un convenio de colaboración con el Ayuntamiento para cederle la utilización del edificio “por un periodo de 15 años, para la instalación de servicios culturales” como el Archivo Municipal, que se custodiaría en el sótano; reservándose la planta baja para la Biblioteca Pública –ubicada hasta entonces en la dieciochesca Casa de Atarfe, donde se instaló en 1980 aunque había sido fundada ya tres décadas antes, contando incluso con un precedente a finales del siglo XIX-, la Sala de Exposiciones y los accesos al Auditorio antes citado, que ocuparía parte del piso principal. La Consejería cargaría en el presupuesto de 1993 la terminación –cuya primera fase, valorada en 2.000.000.000 ptas., estaba a punto de concluirse-, y destinaría además otros 30.000.000 ptas. ”al equipamiento de la Biblioteca Pública y Archivo”; comprometiéndose el Concejo a aportar progresivamente una cantidad similar para el mismo fin –“incluyendo el equipamiento de áreas administrativas y de la Sala de Actos y Conferencias”- y a “mantener los servicios de Biblioteca Pública y Archivo Municipal”, incluidos “los gastos que comporte la dotación de personal” prevista –que sólo para la Biblioteca comprendía 1 bibliotecario con su ayudante, 4 auxiliares administrativos y 1 subalterno- y el “entretenimiento de la edificación, sus instalaciones y equipamiento”.
Anteriormente, la Comunidad ya había cedido al Municipio la parte del solar correspondiente a la antigua plaza de Abastos o del Rey, que fue urbanizada y ajardinada en 1988 por la Consejería de Ordenación del Territorio, Medio Ambiente y Vivienda con un presupuesto 53.477.140 ptas., según un proyecto firmado en marzo del año anterior por los arquitectos Gerhard Loch y Carlota Navarro, que se inspiraba en la traza original para recuperar las avenidas diagonales de árboles que convergían en la fuente de los delfines, sustituida ahora por un pequeño escenario con un surtidor adosado a su pared trasera; aunque por desgracia la otra mitad siguió ocupada por el edificio de la Asociación General de los Empleados y Obreros de los Ferrocarriles de España de la zona 26, construido hacia 1925 con varios grupos de viviendas, ocupados y en buen estado de conservación, por lo que es difícil plantear su completa recuperación.