–apto para óperas y comedias- con planta de herradura. Las trazas y condiciones que presentó el arquitecto para su ejecución el 25 de mayo de 1767 fueron aprobadas en junio, ordenándose que la obra se iniciara de inmediato, sacando a pública subasta la cantería, albañilería y carpintería. En julio la obra ya se estaba empezando –bajo las órdenes de Manuel serrano, pues Marquet residía habitualmente en Madrid, y sólo se trasladaba al Sitio cada 10 ó 15 días- pero avanzaba muy lentamente al estar enfermos mucos obreros del Sitio –insalubre de “tercianas” durante el verano-. Sin embargo, por un informe del 18 de noviembre sabemos que por entonces ya estaban muy avanzados los trabajos, pues en la fachada principal se avían enrasado los “cinco arcos de albañilería”, que ya estaban “cerrados”, y la pared “en que forman las tres entradas” estaba “igualmente enrasada y echado el piso del salón que hay encima del zaguán o cubierto de las entradas principales”; “desde la embocadura hasta la pieza de bastidores” ya estaban “las paredes 35 pies de alto desde la superficie de la tierra”, se estaban “sentando los blanqueos”, y en las viviendas de los cómicos se estaba “ejecutando la escale de comunicación de la que hay hecho el primer tiro”; habiéndose realizado ya “mas de la mitad del desmonte” de la calle hasta “la galería nueva de arcos” de la plaza de San Antonio, “y principiado a romper y desbaratar el caz viejo que pasaba por dicha calle” –probablemente el caz de las Aves, que cruza embovedado bajo la población-. Y todavía al año siguiente se aceleraron las obras, que se querían tener acabadas para la Jornada, consiguiéndose pagos a Antonio Martín por la albañilería, a Ignacio Ibarra por la carpintería, a Julián García y Manuel Tubero por las puertas y ventanas, a Santiago García por los herrajes, a Gabriel García por los solados, a Antonio lema por la pintura, y al vidriero de cámara Sebastián Cerrado por “diez y ocho faroles de cristales” entrefinos “para el alumbrado de la fachada” –los primeros que se instalaron en Aranjuez-; sin contar los pagos a Santiago Bonavera “por varios gastos que hizo y satisfizo en servicio de la obra”, a Bernardo Fernández “por las tramoyas que ha destajo esta ejecutando”, y al pintor Casimiro Xil (ó Gil) por los dorados y algunas “mutaciones” ó escenografías, alas que se sumaron otras efectuadas por Felipe Fontana para las primeras obras que se representaron ya ese mismo año; de manera que en agosto los gastos de sólo el teatro ascendían a la elevada suma de 193.955 reales y 30 maravedís ,por lo que se ordenó reducir o suspender temporalmente las demás obras emprendidas en el Sitio; aunque todavía a finales de 1769 el gobernador de Aranjuez recibió la orden de que se ejecutan nuevas habitaciones “para cómicos” en el Teatro según planos de Marquet, cuyos pagos no se liquidaron hasta diciembre de 1771.
Su aspecto en aquel entonces nos es conocido por la detallada relación de Quindós, que lo describe como un edificio “proporcionado a la concurrencia de la jornada, con gran foro”, al que se entraba por “un pórtico con graderías y arcos de ladrillo” que desembocaba en un vestíbulo rectangular que, curiosamente, no tenía comunicación directa con el patio de butacas, al que se accedía por dos puertas a los lados del escenario y que estaba formado por cinco primeras filas de luneta “y las demás divisiones para hombres y mujeres,