TEXTO tomado del libro:
Pgs. 229-231
Teatro. El Nuevo Coliseo
Existía en Palacio un espacio para representaciones escénicas denominado Coliseo que Carlos III desmontó nada más ocupar el trono, en 1759, con la disculpa del luto por la muerte de su esposa la reina María Amalia de Sajonia. Espacio que fue transformado por Jaime Marquet, en 1764, en el nuevo aposento del infante D. Antonio.
Aranjuez se quedó sin un lugar adecuado para estas representaciones a las que ya se había aficionado la Corte. Ante estas circunstancias, dos más tarde Carlos III planteó la construcción de un nuevo Coliseo independiente que acogiese espectáculos teatrales durante las Jornadas, encargando el proyecto al propio Jaime Marquet, como arquitecto del Real Sitio. El lugar escogido fue una parcela de la calle de San Antonio, enfrente mismo de la calle de la Gobernación, a la que su fachada sirve de telón de fondo.
Según Virginia Tovar, su antigua distribución se resume en “cuatro plantas que incluye platea, palcos, anfiteatro y piso alto, con gran escenario más proscenio y el complemento de dos salones para tertulia”, con una capacidad de “unos quinientos espectadores”.
La fachada, a imagen de un gran arco triunfal, presenta una planta baja almohadillada con cinco arcos de medio punto con las claves resaltadas. En la planta alta, cuatro sencillas ventanas cuadradas en correspondencia con los huecos del piso bajo excepto el central, al que corresponde una placa de mármol con una inscripción latina redactada por el poeta Juan de Iriarte: RURIS DELICIIS URBANA ADIECTA / VOLUPTAS. IUSSU CAROLI TERTII / ANNO MDCCLXVIII, que podría transcribirse como, “Las delicias campestres aumentan los placeres urbanos / por orden de Carlos III, Año de 1768”. Se remata la fachada en un gran frontón triangular con la cornisa de sillería caliza y el tímpano, completamente liso, de ladrillo.
Se representaron en los primeros años operas italianas, tragedias y comedias españolas, con bailes, a cargo de famosas compañías de actores. En el siglo XIX, entre cierres y suspensiones provocados, bien por la Guerra de la Independencia o por ausencia de Jornadas, fue reduciéndose su actividad escénica.