Cándido López y Malta en su Historia descriptiva del Real Sitio de Aranjuez, nos hace la siguiente referencia en cuanto a la construcción del teatro:
<<Se construyo por plan de D. Jaime Marquet, y aunque sencilla su arquitectura no dejó de lucirse su ingenio. Le da entrada un espacioso pórtico, por medio de una gradería de piedra, siendo la fachada de ladrillo, blanqueada de cal y revocada con gusto singular. En segundo cuerpo del frontispicio la adornan cuatro huecos de ventanas, y en el centro una lápida de mármol con una inscripción que suscribe el oficial mayor de la Secretaria de Estado D. Juan Iriarte que dice:
RVRIS DELICIIS VRBANA
ADIECTA VOLVPTAS.
IVSSV CAROLI TERTII
ANNO MDCCLXVIII
(Es curioso destacar que Álvarez de Quindós reseña en esta inscripción el año 1769 y no el de 1768 como hace López y Malta)
Concluye en un triangulo guarnecido de piedra y en su centro contiene, bien pintado, un escudo con las armas Reales>>.
Álvarez de Quindós nos refiere en su Descripción Histórica del Real Bosque y Casa de Aranjuez que: <<en sus primeros años se representaron óperas italianas, tragedias y comedias españolas, con bailes figurados por famosas compañías de actores>>
El Gran Teatro ha sufrido a lo largo de sus 235 años de existencia varias modificaciones, la primera, según López y Malta, en el año 1828 en que por orden de Fernando VII se pintó la sala y renovaron las decoraciones del escenario que se perdieron en el incendio de las galerías de la plaza de toros, donde estaban en parte almacenadas. En el año 1847 fue restaurada su pintura y dorados, aumentándolos con grecas que se colocaron en todos los antepechos. En 1852 se estrenó una bonita decoración con rompimiento, representando una larga selva donde parece no penetrar la luz del sol puesto que nada se ve del cielo ni horizonte. En 1860, según narra Luis María Burillo Solé en su obra Aranjuez Ruta artística,
<<Sufrió la más importante reforma, poniendo butacas donde estaban las lunetas primeras, tapizando las segundas, haciendo desaparecer una de las dos filas de asientos que tenía el anfiteatro con el ridículo nombre de cubillos, colocando un bonito balaustre de madera como antepecho y dando más cómoda entrada a la localidad. El techo se pinto en bastidores sobre lienzo por el acreditado pintor escenógrafo del teatro de la Zarzuela de Madrid. D. Felipe Reyes, de figura octógona, resaltando en cada una de sus partes una alegoría de la música y el baile, y orlado con dos bustos de algunos autores dramáticos>>.
Se retocó el telón de la embocadura, que fue sustituido al poco tiempo por el que pintó en Madrid el acreditado artista, procedente del mismo teatro de la Zarzuela, señor Muriel. Figura un dosel con colgaduras de terciopelo azul, las que descorren dos ángeles descubriendo el Parnaso que se ve en lontananza y al pie atributos de las artes.