TEXTO tomado del libro:
Pgs. 9-16
D. Vicente dice así:
El real Sitio y Villa de Aranjuez, bañado por las aguas del tajo y del Jarama donde ambos confluyen y rodeado de espléndidos y frondosos jardines, además de su admirable Palacio Real, es poseedor de una gran riqueza monumental tanto en edificios religiosos (Iglesia de Alpajés, San Antonio, Capilla de San Isidro, Monasterio de San Pascual), culturales (Centro Cultural Isabel de Farnesio, Centro de Estudios Superiores Felipe II), como de ocio (Gran Teatro Maestro Guerrero, tema de este libro). Para ubicar dicha villa diremos que está situada a 49 km. De Madrid y a 40 km. de Toledo.
Antes de la construcción de lo que conocemos como Gran Teatro, en tiempos de Felipe IV, rey poeta y mecenas de infinidad de artistas, que firmaba sus escritos con el seudónimo de “Un ingenio de la Corte”, en el Jardín de la Isla, paseo de los Reyes Católicos, instalo un teatro donde se cantaron las primeras óperas italianas. Dicho teatro fue destruido por un incendio intencionado durante un atentado frustrado al monarca por intrigas palaciegas. Años más tarde en tiempos ya de Felipe V, según relata Anselmo Alonso Soriano en su obra Los teatros y coliseos de los Reales Sitios de Aranjuez…,
<<ya existía un teatro dentro de Palacio construido por Santiago Bonavía justo en una estancia paralela a la capilla de Felipe II. Cuando Carlos III llegó al trono ordenó al arquitecto Francisco Sabatini la ampliación del Palacio en dos alas que, partiendo de la antigua fachada que formaban el viejo palacio del siglo XVII y su réplica del XVIII, se adelantaban formando un patio a la francesa. Esta obra supuso la destrucción de la capilla antigua y de su sala paralela, el teatro, que el arquitecto siciliano colocó en una posición adelantada, en las nuevas alas añadidas a la residencia real. La nueva sala de espectáculos estaba terminada en 1773.
Este espacio, de planta rectangular, estaba cubierto por techo abovedado que decoró el pintor Mengs, dejando la obra a medias para marchar a Roma.
El teatro nunca se utilizó, pues quedó inconcluso, y Calos III mando edificar el Coliseo de Aranjuez, fuera de palacio, algún año antes para el disfrute de su Corte y de los príncipes e infantes, pero alejado de su residencia por el arte escénico y musical >>.
He aquí el motivo que conllevó tal hecho: en el año 1765 se pensó que para engrandecer a Aranjuez era indispensable crear diversiones públicas para recreo de la Corte y se autorizó por parte de la Corona a hacer representaciones