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El edificio terminado completamente en 1772 correspondia á tan numeroso plantio. Ocupa todo él 21101 metros y 25 decímetros, estando cubiertos 3554 metros con 56 decímetros, y lo demás ocupado por los patios: contiene habitaciones para descanso de los Reyes y para ocupar con holgura el director, guardas y demás dependientes, con los accesorios de cuadras, pajares y almacenes. Lo más notable que en él se encuentran son su lagar en alto, solado de piedra con dos máquinas de una fuerza inmensa para esprimir la uva, é inmediatos la prensa y molino para la aceituna, dispuestos de modo que quede sin triturar el hueso de este fruto: su magnifica bodega sumamente capaz con arcos sobre pilares, llena de colosales cubas para cocer el mosto que vierte en ellas una canal procedente del lagar, y por fin una cueva que empieza en esta bodega con salida al campo, compuesta de dos elevadas galerias á rosca de ladrillo destinadas, una para conservar el vino en tinajas que ajustan perfectamente en sus nichos, y la otra para el almacen de aceite. Es de notar la extensión de esta cueva, su portada de piedra para entrada de carruajes mirando al Mediodia, sus bien dispuestos ventiladores y los depósitos subterráneos para si ocurre algun siniestro. El único defecto que se encuentra, á juicio de los inteligentes, es el tener la salida meridional, lo que unido á la oscilación que produce el paso de carruajes en el camino que hay sobre esta cueva, perjudica bastante á los vinos cuando en ella verifican su pasiva y última fermentación.
Diez calles de árboles de sombra se pusieron en aquel tiempo, de las doce que adornan este cuartel: la del Embocador, que desde el puente de la Reina conduce al puente que lleva su mismo nombre y uniéndose con el paso llamado Los Callejones, es lo que se conoce por el camino bajo de Colmenar y Villaconejos: la del Cortijo, que desde la mencionada calle vá recta á la casa: la de los Rosales; que enlazando con esta última es otro de los caminos para los nombrados pueblos, terminado su arbolado en el Cortijo viejo: la de Confesores, que pone en comunicación la de la Princesa con la del Embocador, cruzando la del Cortijo: la de los Cerros, empieza en la de la Princesa y concluye fuera de la posesion: la del Gobernador, que sale de la de los Cerros y enlaza con la del Rey; la del Rey que cruzando la del Cortijo sale al camino de los Callejones: la de Espinos comienza donde termina esta ultima y finaliza en la calle de los Rosales: la de Ojalva sirve para ir á la casa desde la de los Cerros y finalmente; la de Olivas, que cruzando la parte alta empieza donde la de Espinos concluyendo en los cerros.
Puesta en productos esta posesion, pasados los años necesarios para que fructificase su plantío se observó que los resultados no correspondian á las esperanzas de aquel Rey por importar los gastos generalmente doscientos mil reales anuales más que los ingresos. Enterado Cárlos IV dispuso arrendarla en 1794, pero antes que esto se realizase accedió á los deseos de D. Manuel Godoy cambiando esta finca por la huerta de la Moncloa en Madrid de la que era poseedor el indicado favorito. Fue comunicada esta Real determinación en 19 de Febrero de 1795 y se formó el inventario por ambas partes otorgando el correspondiente documento en 22 del mismo mes y año ante D. Juan Martin y Andrés escribano de este Sitio.
En cuanto tomó posesion el nuevo dueño se cambio por completo el sistema de su labor y plantío sacando algunas cepas y olivos que se sustituyeron con otros; se añadió el establecimiento de una fábrica de licores y se formó una yeguada, conservando el ganado lanar que Carlos III mandó sostener para el abono de las tierras de esta completa quintería.
No debieron satisfacer a Godoy sus atrevidos proyectos, porque otro nuevo trato con el Rey le puso en posesion de la Albufera de Valencia en cambio de este Cortijo, que con las mismas condiciones de entrega volvió á ser propiedad de la Corona por escritura otorgada ante D. Manuel Sanchez con fecha 28 de Febrero de 1798.
Tampoco quedarian satisfechos los Suizos que tomaron en arrendamiento esta finca sobre 1832, porque al poco tiempo se retiraron con pérdidas de importancia, no sin haber hecho uso de varias máquinas modernas que por cierto no fueron de gran utilidad.
Desde aquella fecha, durante veinticinco años, exceptuando la tranzonera dividida en treinta y tres plazas que siempre estuvo arrendada, se ha administrado constantemente por el Real Patrimonio, y aunque con estremada economía sus empleados, debe haber sido un gravámen continuo para esta Administracion. Esta será la causa de la indiferencia con que se atendió la finca ( de cuyas tapias y verja quedan minimas señales) y como consecuencia el casi total abandono de plantación. Fenómeno harto raro es el exiguo producto de tan considerable plantio en un terreno fecundo y regable en su mayor parte, por más que al principio se encuentre justificado con los crecidos gastos de su numeroso personal y los que ocasionaban la fabricación de tantas clases de vinos.
El administrador D. Manuel Jácome trató en 1843 de dar nueva vida á esta posesion; pero sus buenos deseos tropezaron con la falta de recursos, concretándose á marrear lo más perdido del olivar y á sustituir algunos miles de cepas en las envejecidas viñas, operación que practicaron inteligentes andaluces. Aunque en pequeño se montó una fabrica de aguardiente, se arreglo la viga de prensar la aceituna, por hallarse defectuosa, se construyó un establo para los bueyes de la labranza, que hasta entonces se colocaron en las cuadras, y se reparó de albañilería todo el edificio.