En el año 1978, el IRYDA (instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario) traspaso la propiedad de la Entidad Local Menor del Real Cortijo, eliminando la figura del jardinero. Hubo un periodo de tiempo que se abandonaron las zonas verdes del pueblo, enfermaron las plantas y se perdió el esplendor de tiempos pasados. En 1984, el nuevo alcalde Pedro Torres, mandó remodelar todas las zonas verdes con ayuda de técnicos del Patrimonio Nacional, quienes pudieron salvar los olmos que se encontraban enfermos, las arizónicas, y los arbustos. Hubo que diseñar nuevos, con bancos entre los árboles existentes, para salvarlos. Se pusieron como maceteros las piedras de caliza de Colmenar que abrazaron atrás los cuellos de las tinajas de barro del aceite en la Bodega. Se construyeron bancales de césped natural para salvar el agudo desnivel inservible, situado a la izquierda del acceso a la bodega, consiguiendo una zona verde con rosales de diferentes colores y plantas ornamentales entre los árboles.
Orígenes del Real Cortijo
El Real Cortijo se encuentra en una zona amplia y poco elevada con una situación extraordinaria sobre el río, con abundante vegetación, caza y pesca. Siempre ha estado habitada y transitada. El dato histórico más importante que se conoce trata sobre un asentamiento de unos 350.000 Carpetanos –“Carpeti”-, gentes de origen celta y habitantes del norte de Europa que se establecieron con sus cabañas y chozas por estos parajes hasta el año 220 a. de C., cuando fueron derrotados por los Cartagineses, con su general Aníbal al mando, en una batalla que se emplearon 40 elefantes africanos y lograron vencer a los 100.000 combatientes Carpetanos que se defendían formando pequeñas guerrillas por el río y por los valles, ayudándose con algunos caballos amaestrados. Según el histórico Álvarez de Quindós, los valles de Valdeguerra y Valdeguerrilla conservan sus nombres en memoria del ligar donde se desarrollo la batalla. Estos se encuentran situados en tierras de secano en el Real Cortijo.
Después de la dominación romana que se prolongo hasta el año 408 de la era cristiana, sólo se conoce la invasión árabe musulmana que tomó el Castillo de Oreja –Aurelia- a muy poca distancia del actual Cortijo. Durante la reconquista de España, los cristianos ampliaron un asedio a la ciudad por más de siete meses, hasta que el 31 de octubre de 1139 el Alcayde Ali entregó el castillo.
El Rey concedió facilidades fiscales y posesorias para repoblar esta zona, y de esta manera florecieron pequeñas aldeas de campesinos como Aranzuet, Alpaxes, Espinarejo y Gulpijares. De todas estas aldeas, Caravaña de Tajo era la más importante y su Ermita rural de San Miguel aún persiste como vivienda en la vega de Colmenar, al lado de la carretera. Las aldeas de San Juan del Valle y Villafranca estuvieron ubicadas en los actuales terrenos del Real Cortijo. Se formaron unidades territoriales que encomendaron a un fraile caballero para su gobierno y administración. Por eso se le llamo “encomienda” a esa unidad. La zona del Cortijo dependía de la encomienda de Oreja dentro de la provincia de Castilla.
En el año 1953, el Papa Adriano VI confirió al Rey Carlos I la dignidad de Maestre de Santiago, con lo cual la dehesa de Aranjuez pasó a ser Patrimonio Real. En 1534, la dehesa de Aranjuez asó a ser Patrimonio Real. En 1534 decidió crear el Real Bosque “Por su Real Cedula el 28 de septiembre de 1534, la dehesa de Aranjuez, […] destinada pora su Real diversión de caza”. El 13 de febrero de 1561 determinó ensanchar los límites de dicha dehesa, agregando posesiones de la Orden de Santiago: cotos, pesqueras y aldeas. Las tierras que el Real Cortijo actualmente ocupa empezaron así a pertenecer a este gran bosque repleto de caza mayor, de 20 leguas de circunferencia. Su sucesor, el Rey Felipe II, ordenó demoler muchas aldeas de la vega por encontrarse desmanteladas con el paso del tiempo, salvándose sólo la Iglesia del Señor San Miguel, en Caravaña. Estos parajes se convirtieron en una especie de fincas privadas para que los monarcas y nobles pudieran cazar en sus bosques.
Siglo XVIII: Fundación de la finca El Cortijo del Rey y construcción del caserío Real Cortijo de San Isidro.
Sin embargo, en el siglo XVIII llegó la dinastía Borbónica y el Rey Felipe V dictó severas prohibiciones en los bosques reales para proteger a los vedados de caza en torno a Aranjuez. Su primogénito, el Rey Fernando VI, murió sin descendencia directa, sucediéndole en el trono su hermano Carlos, Rey de Nápoles y Sicilia, quien comenzó a regir en España desde 1759 como Carlos III, acompañado por su esposa María Amalia de Sajonia, hijos y un grupo de nobles, quienes no fueron bien acogidos por los españoles.
Dice Juan Antonio Álvarez de Quindós que el Rey, temiendo por su seguridad, se fue a vivir al Palacio de Aranjuez. “Estaba deseoso de fomentar en el Reyno, la agricultura por todos los medios posible el Señor Carlos III, conociendo ser el fundamento y base de su monarquía”. Como el Real Sitio le recordaba a su ciudad napolitana Caserta, quiso darle ese esplendor. Entre las ampliaciones y reformas que dictó, dedicó especial atención a la explotación agrícola, llevándose a cabo varias experiencias semejante a las que tenia en San Leucio (Nápoles), una colonia enclavada en un paraje fértil y con una estructura específica para la agricultura y manufactura de hiladas de seda. En Aranjuez eligió “El Cortijo del Rey”.
La Corona se valió de la finca del Real Cortijo para elaborar los menús de Corte y Palacio con exquisitos productos como espárragos, tomates, alcachofas, habas, repollos y berenjenas, que acompañaban con el aceite de oliva que se elaboraba en la almazara y con el vino envejecido en la real bodega subterránea del caserío. También se cosechaban fresas y fresones para servirlos con nata que hacían con leche de las vacas lombardas que pastaban en los prados. Así mismo los búfalos napolitanos proporcionaban una leche con sabor neutro.
En 1762, el Rey Carlos III ordenó roturar diferentes parajes y terrenos. Según Francisco Nard.
“… en 1762 se formaron a la derecha del Tajo prados artificiales para las vacas de leche que vinieron de Italia con lombardos inteligentes, y se adornaron de anchas calles de cuatro filas de árboles (la de Gobernador de altísimos robles, que atraviesa el Cortijo, de media legua, donde nunca penetra el sol, digna de verse) […] en 1764, derivose para su riego una acequia”.
Estas tierras se extendieron por los actuales Vadillo de los Pastores, La Cenizosa, las Asperillas, Villafranca y Colmenar de Oreja. En se sembraron viñas y olivares.
La finca “El Cortijo del Rey” fue fundada por Real Decreto el día 24 de diciembre de 1766 para experimentar nuevas técnicas en los cultivos y mejorar la agricultura y ganadera del reino. El Rey Carlos III convirtió Aranjuez en un sitio rural modelo, según los planteamientos del “Despotismo ilustrado”. Como afirmó Antonio Pons en su viaje a España. Aranjuez era el más perfecto ejemplo de “una agricultura verdaderamente Real, establecida en diferentes parajes como son la huerta de Valencia, los Deleites y el Cortijo”. A partir de ese año comenzaron a asentarse los primeros colonos. La dirección y control de estas praderas le fueron asignados a Josef Palaci. Al morir, se hizo cargo Carlos Bechio, y después Esteban Palaci. Todos eran clérigos lombardos. En 1768, el director Josef Ripamonti, del obispado de Lode, lo denomino “Real Cortijo de San Isidro”. Le sucedió Joseph Carabantes.
En el año 1770, el Rey encargó a los Excelentísimos marques de Grimaldi y conde Floridablanca, ambos ministros, la construcción del caserio. Éste se componía de una casa real con un cuarto para los reyes, un oratorio, una vivienda para el encargado y oficinas. Se cimentó un edifico rectangular del cual salía un cerramiento en mampostería con suficiente capacidad para alojar de animales, vivienda para empleados y pajares… hasta llegar a dos naves paralelas para la almazara y el lagar, que en conjunto formaban un perímetro cerrado y compacto, de estilo neoclásico.