Juan de Herrera que las ha de hacer”, y otro en el que se indicaba “que se hagan las casas del Servicio que tiene ordenado se han porque sin esto no se empieze hazer más que el dicho quarto – real – y que el dicho Juan de Herrera haga luego el designio y planta para que se comiencen”.
Significa entonces que, en 1577 o muy poco después, Herrera debió trazar una primera propuesta para los Oficios, con la cual podría guardar relación la que aparece en el plano de las Huertas de Picotajo, fechado en 1581 y atribuido a él, el cual se custodia en la Biblioteca del Palacio Real. Coincide esta edificación con la definitiva en su emplazamiento, carácter exento y unión con el Palacio y mediante pórtico, pero difiere en su geometría y distribución interior.
Consiste, la representada, en una gran casa de planta cuadrada precedida de una galería abierta hacia el frente meridional del Palacio y organizada entorno a un patio rectangular de importantes dimensiones, al que complementan otros menores, situados al Norte de aquel. De su esquema resulta muy interesante la posición del eje se simetría y acceso en dirección Norte-Sur, realizando la galería con una sucesión, que preludian la entrada en el gran patio rectangular, buscando la sorpresa del espectador.
Su escala y su configuración han sido comparadas por el profesor Javier Ortega con la Casa de Oficios que se concluyó en el siglo XVIII, siguiendo las directrices de Juan de Herrera, de cuyo análisis resulta que la primera separa a la segunda en tamaño, pero comparten la galería del Norte adosada a la edificación y la existencia de un gran patio, cuadrado en la última, complementado por otros más pequeños. Sin embargo, la edificación definitiva es una solución más elaborada que la primera, con pórticos rodeándola que enlaza con el Palacio y un doble eje transversal de simetría, ahora el principal en dirección Oeste-Este, pero manteniendo en su recorrido los sucesivos espacios de entrada, e incluso salida, en el gran patio.
Por otra parte, apoyado en esa disparidad, el profesor Javier Rivera ha considerado que estas primitivas trazas o, no tanto a Herrera, como a los planteamientos de Juan Bautista de Toledo, un supuesto que le lleva al historiador José Luis Sancho a interpretar como del último “la disposición del conjunto y su unión mediante los pórticos” y del primero la “distribución definitiva del edificio dentro de los límites de su planta y en su alzados”. No obstante, y como afirma Matilde Verdú, nada hay concluyente para atribuir esta primera Casa de Oficios de 1581 a uno u otro arquitecto, aunque habría que recordar aquí, a favor de Juan de Herrera, la clarísima orden de Felipe II cuatro años anterior sobre su realización con diseño ex novo del ultimo, sin mención a ningún otro anterior, y advertir las similitudes entre aquella y la ejecutada, según una misma “Idea”, y suficientes como para poder considerar a la del plano de Picotajo ensayo previo de la segunda. Es, en cualquier caso, uno más de los muchos enigmas que se ciernen sobre esta Casa de Oficios, de la que se conocen varios de los nombres de los arquitectos que intervinieron, pero no su exacta responsabilidad en lo realizado.