De lo que no hay duda es que, a Juan de Herrera, le daría tiempo a modificar carias veces su propuesta en los siete años que transcurrieron desde el encargo real hasta el anuncio de su construcción en 1584, fecha de las condiciones dadas por él. Eugenio Llaguno también databa en este año la traza para “la Casa de Oficios con los pórticos que la circundan y unen al palacio”, en base a la Real Cedula del 4 de junio, dirigida por Felipe II desde San Lorenzo a D. Luis Osorio, Gobernador de Aranjuez, en la cual informaba “ya sabéis que habiendo mandado hacer… la Casa de los Oficios para nuestro servicio, se ha acordado que para que se labre con más perfección y primor se de tasación toda la obra de cantería y albañilería a buenos oficiales… y que para ello se han hecho ciertos apuntamientos que, firmados de Joan de Herrera, nuestro arquitecto y aposentador de palacio, se os entregaran. T os mandamos que conforme a ellos encarguéis la dicha obra a los oficiales que está ordenado, y a los demás que nombraren los aparejadores, a cuyo cargo ha de ser, con intervención del dicho Joan de Herrera”.
Este valioso documento no contradice, en absoluto, la existencia de unos primeros bocetos para la Casa de Oficios, uno de ellos el de Picotajo, del que derivaría la traza definitiva que aprobaría el Rey por entonces, y además refleja la directa participación de Herrera en su ejecución. También, desafortunadamente, se ha extraviado el plan final de este Arquitecto, y es difícil, por consiguiente, establecer una correspondencia entre él y lo realizado a lo largo de dos siglos, aunque so existía todavía en 1829 y en el Archivo de la Secretaría de Estado uno relativo al “Diseño de elevación de los arcos y galerías, que unen al palacio con la casa de oficios”, según atestiguo Juan Agustín Ceán-Bermudez, con anotaciones “de letra y rúbrica” de Herrera. Estas se reducían a tres, una en lo alto o título que decía: “Conforme a este diseño han de ser los pasamanos del paso de entre galerías”, y dos a cada extremo del plano, en el derecho: “parte del corredor que arrima al jardín del Palacio” y en el izquierdo: “parte del corredor que arrima a los Oficios”.
El examen de dicho documento permitió a Ceám asignar con certeza a Herrera la planta y disposición de la galería que recorre el lienzo meridional del Palacio, “desde la capilla real hasta haber pasado el jardín”, cruza las calle que separa dicha casa principal de la de Oficios y Caballeros, con tres vanos adintelados, transformados en el siglo XVIII en dos abovedados, y se extendía por los frentes Norte y parte del occidental de la última, al menos en una primera fase que posteriormente se complementaría, e incluso por el oriental.
Su creación estaba relacionada con el funcionamiento interno de las edificaciones, pero más si cabe con la planificación urbana, como cierre de una gran plaza para fiestas al Sur del Palacio Real, la denominada de Parejas, ya allanada en 1563, como ha publicado Magdalena Merlos. Este espacio debe su nombre a unos populares torneos, así llamados por correr unidos los caballeros con los mismos trajes, libreas, adornos y jaeces de caballos, sin duda un hermoso espectáculo que podía ser contemplado desde dichas galerías por los monarcas, príncipes y cortesanos, tanto a nivel de suelo, como en su terraza, ésta cerrada por balaustrada.