Castillo de Oreja
Según describe Don Juan Antonio Álvarez de Quindós, en su libro
(Texto y ortografía, original del autor)
Don Juan A. Álvarez de Quindós dice así:
En el CAPITULO V, VI, VII, VIII, IX
de la PRIMERA PARTE
ANTIGÜEDADES DE ARANJUEZ
CAPITULO V
Dominación de los Moros
pgs. 25-51
Poseyéron los Moros á Aranjuez el tiempo que fuéron pacíficos señores des del Reyno de Toledo, desde la general irrupción y pérdida de España, hasta la reconquista de la Imperial ciudad, en que pasaron trescientos y setenta años; y así pudieron imponer nombres á los sitios, pueblos y otras cosas, y alterar la pronunciación de los que halláron, como se nota en muchos de términos de estas inmediaciones. La suerte que tuvo entonces la ciudad y castillo de Aurelia, hoy Oreja, fue la misma de Aranjuez, pues como población grande, y fortaleza muy resperable entónces por su inexpugnable situación, dominaba toda la tierra, y servia de amparo y de baluarte á los Moros que la poseian pacíficamente, hasta que los fuertes Leoneses traxéron por aquí sus armas.
Quando el Rey Don Alonso VI, llamado el Conquistador, ganó la Imperial ciudad de Toledo, el año de nuestra salud de 1085, es consiguiente que conquistó tambien la fortaleza de Aurelia, aunque en nuestras historias no se hace mencion, pues habiéndose entregado el castillo de Aceca, es verosímil que aquel gran gerrero no dexaria este en poder de los Moros, aunque fuese á gran costa, por excusar los daños que desde él podrian hacer, con poca seguridad y quietud de la ciudad de Toledo. La falta de gentes, el no poder mantener buenos presidios á las fronteras de los Arabes para contenerlos, y las muchas pares adonde llamaban continuamente la atencion del Rey, sin embargo de su ánimo tan belicoso, fuéron las causas de que se volviese á perder Aurelia, como igualmente otras muchas ciudades y castillos de la comarca.
Dicen algunos autores, y lo afirma el Arzobispo Don Rodrigo en su Historia, Libro VI, Capitulo XXXI, que fue una de las plazas que años depuse dio el Rey Moro de Sevilla Benaver en dote á su hija Zaida para casar con nuestro Rey Don Alonso VI; así como Cuenca, Uclés, Huete, Ocaña y otras. El P. Mtro. Florez en su Historia de las Reynas de España impugna este casamiento, queriendo que solo la tuvo el Rey por amiga, aunque para aquel fin se bautizó y se impuso el nombre de Isabel. En los Anales de Cardeña, que el mismo Florez publicó en el Tomo XXIII, página 378 de la España Sagrada, se dice que el Rey Don Alonso tomó mujer Mora, que decien la Caida, sobrina de Abarafanie, é ovo de ella al Infan Don Sancho Alfon. Sobre este punto véase la nota primera al libro X, capítulo I de la Historia de Mariana, edicion de Valencia. Que la tuviese ó no por muger legítima, no incluye en la verdad de la dote, y que fuese, cierto que con este motivo Aurelia y toda esta tierra pasase al dominio de los Cristianos por los años 1094. El P. Mariana en su Historia general de España, admitiendo y dando asenso á este matrimonio, quiere que el Rey Don Alonso, prendado y sujeto á esta muger, con la lozanía de la edad condescendió á las instancias del Rey Moro de Sevilla, dando sus cartas para Juceph Tephin, Rey de los Almoravides en Africa, llamándole y rogándole que pasase á Espña á dar socorro á los Moros del Andalucía. Y aunque los Almoravides es cierto pasáron dos veces á España, ninguna de ellas puede atribuirse á los amores de la Zaida, pues la primera fue la era de 1124, año de 1086, luego que se ganó Toledo, y con este gran motivo; y la segunda la era de 1135, año de 1097, en que ya nuestro Rey Don Alonso estaba casado con la Reyna Doña Isabel hija de Luis Rey de Francia. Verdad es que otros afirman conservó Don Alonso gran amistad con el Rey de Sevilla, y convienen que este le aconsejó se hiciese amigo de Juceph Tephin, pidiendole Alárabes que pasasen en España en su ayuda para sujetar y acerse señor de todos los Moros de acá, de ques e ocasionáron y siguierón tantos daños á los Cristianos. Ello es que el Amoravid envió en su nombre á Hali Abenaxa con infinito número de gentes de á pie y de á caballo muy versadas en las armas y valientes. Estos luego que conociéron el estado de los negocios de España, persuadiéron á Hali revolviese contra los amigos que le habian traido, y así lo hizo, coronándose por Rey, y llamándose Miramamolin, que es la dignidad suprema entre ellos, y que se oponia mas á su Señor el de Marruécos, que le envió. Revolviendo luego la guerra contra los Cristianos, descubiertamente se le agregáron los Moros Andaluces, y negáron el vasallage y tributos que debian á Don Alonso. El Rey de Sevilla quiso ponerlos en razon, y perdió la vida en la demanda, con lo qual quedó Hali dueño de todo, y soberbio y ufano destruyó todos los Cristianos, los templos y blos monasterios, sin dexar nada de nuestra santa religión en Andalucía, Extremadura, Murcia ni Valencia. El Rey Don Alonso se hallaba pobre de gentes y dineros, y falto de salud; por lo cual juntando lo mas que pudo, envio á oponerse á toda la Morisma la nobleza y Condes del Reyno, y con ellos á su hijo el Infante Don Sancho, para el fin solo de que los animase y empeñase mas en la accion, pues era tan muchacho, que no tenia mas de once años. Encontráronse los exércitos en Uclés, que tenian cercado los Moros, y dandose una sangrienta batalla, pereciérpn en ella el infante y siete Condes á 30 de Mayo del año de 1108. Habiendo quedado victoriosos los Moros, entrarón por todo el Reyno de Toledo, y se apoderáron de las ciudades y pueblos del dote de la Zaida, volviendo á su dominio Aurelia, Aranz y toda la ribera del Tajo, como lo cuenta el Arzobispo Don Rodrigo Ximenez en el capítulo XXXIII del libro VI de su Historia de España.
El Rey Don Alonso, por vengar la muerte de su hijo y recobrar lo perdido, hizo juntar mayores fuerzas para ir contra los Moros. Fuele la suerte mas favorable, y les tomó á Coórdoba, con muchos cautivos, riquezas, joyas y caballos, corriédoles toda la tierra del Andalucía y de Zaragoza. Faltándole allí la salud al Rey, por sus muchos años, se volvio a Toledo. Encomendo el exercito á Fernan Ruiz Minaya, que quedó por General de él; y marcahando hacia Cuenca, la combatió y tomó, y desde allí se vino sobre Ocaña, que entregáron inmediatamente los Moros que la tenian, con que los dexasen ir libremente, hallándose en esta villa mil quinientos cautivos cristianos y muchas riquezas. Fernan Ruiz de Minaya se la entregó á Fortun Blazquez, Caballero de Avila, que la tuvo en guarda y honor, partiendo el General á correr y saquear los muchos lugares que por aquí tenian los Moros; y no seria el último Aurelia, tan principal, fuerte y cercano á Ocaña, que sin este castillo no podia sostenerse.