2.Los problemas de la Orden en la zona de estudio
durante los siglos XII y XIII
La Orden de Santiago, desde su fundacion, va a mantener una serie de pleitos con las otras Ordenes, los Concejos y la Iglesia de Toledo, a causa de las posesiones territoriales y el disfrute de privilegios –diezmos y portazgos-. Estos son los motivos que los estudiosos del tema han entrado más frecuentemente. Es, no obstante, bastante significativo que sea la cuenca del Tajo y concretamente nuestra zona la que promueva más litigios con los arzobispos Cerebruno y don Rodrigo Jiménez de Rada, como vamos a ver a continuación.
El papa Alejandro III, en la Bula de confirmación de la Orden (Montealegre, 5 de julio de 1175) recomienda a los santiaguistas que presten su ayuda y apoyo a los fieles de Cristo y acatamiento a los prelados de la Iglesia; sin embargo, el rápido desarrollo territorial y económico que adquiere la Orden, es motivo de enfrentamiento con la Iglesia.
El origen lo hallamos en el pacto que firman, antes de que la confirmación papal se llevaran a cabo, el arzobispo de Santiago y los santiaguistas, pacto que rebasaba los límites espirituales ya que había hecho donación de bienes pertenecientes a algunas de sus iglesias, a cambio de la defensa de Alburquerque. Este comportamiento no agradó a los demás prelados y en particular “a aquellos cuyas propiedades lindaban con los santiaguistas”.
Los santiaguistas, que no desconocían las anteriores donaciones de muchas zonas que habían pasado ahora a su poder, obtienen de Alejandro III un privilegio por el cual no les pueden ser sustraídos ninguno de los bienes, ganados o donados, aún existiendo documentos que reconocieran a los anteriores propietarios. “Con este privilegio conseguían la anulación de las donaciones de Alfonso VI y Alfonso VII y se enfrentaban directamente con la Iglesia toledana, en cuyos archivos se acumulaban las escrituras de propiedad de amplias zonas en la cuenca del Tajo”.
Los tres primeros pleitos documentados hacia 1180, los inicia el arzobispo Cerebruno, quien reclama todo el territorio de Oreja de forma parcelada.
El primero que enfrenta a la iglesia toledana con la Orden está en relación con unas propiedades comprendidas entre el Tajuña y el Tajo, conocidas como “Rinconada de Perales”, que Alfonso VI había donado a la Catedral de Toledo en 1099. En esta fecha se conocen como aldeas o lugares Montroleas, Alboer, Valle del Puerco y Salvanés. Estos lugares, como hemos visto en los capítulos anteriores, habían sido donados por Alfonso VII a servidores suyos y finalmente pasaron a la Orden, unos como propietarios particulares, otros integrados en los términos de otras donaciones.
En este pleito Alfonso VIII delegó las funciones de juez a los condes Nuño y Gonzalo de Marañón y en el mayordomo real, Rodrigo Gutiérrez; por otra parte, la Orden estaba presente en la persona del “vocero” Lope Díaz de Mena y, por el arzobispo, el “vocero” Lope Díaz de Fitero. El Fallo fue favorable a los santiaguistas.
En relación también con la donación de Alfonso VI, el arzobispo Cerebruno pleitea el territorio comprendido entre Oreja, Alarilla y Salvanés hasta el Jarama, que formaría parte del Alfoz descrito en el fuero de Oreja y que pasaría, englobado con el propio castillo a la Orden en 1171. Al igual que en el caso anterior, fue Alfonso VIII quien actuó de juez, manteniendo estas propiedades en poder de los santiaguistas.
Otros lugares que también intentó el arzobispo Cerebruno recuperar fueron Alarilla y Belinchón, Suponemos que en el primero caso la propiedad se reclamara aislada ya en del termino de Oreja; ya que en el documento tan sólo habla de la “heredad de Alarilla”. En cualquier caso en esta ocasión se llegó a un acuerdo provisional que serviría de base para un reparto definitivo; las tierras que ya hubiesen labrado los hombres del arzobispo quedarían en poder la Iglesia.
La adjudicación de términos al castillo de Alarilla tomándolos de Oreja, Zorita y Almoguera, es objeto de pleito entre santiaguistas y el concejo de Almoguera, quien reclamaba los terrenos sustraídos. Dentro de este término estaba incluida Estremera, que pasaría a la Orden 1172, igual que Alarilla. Esta aparece confirmada en la Bula, independiente de Estremera, lo que nos hace suponer la delimitación de sus propios términos aunque carecemos de documentos que los ratifiquen. No obstante, dicho concejo aduce en el pleito la pertenencia de Estremera a Almoguera “postea in tempore quuod ego rex Adefonsus in obsidiere de super Conca, alia vice concilio de Almoguera demandaron Estremera”, resolviendo Alfonso VIII el pleito, una vez más a favor de los santiaguistas.
Por último, otro lugar en el litigio fue Ocaña. Esta que como ya hemos visto, constituía uno de los límites del término de Oreja en su fuero, quedaba excluida del mismo. Los santiaguistas no lo entendieron así e intentaron que pasara a su propiedad creyéndola incluida.
Ocaña recibe fuero el 24 de marzo de 1173, pero Alfonso VIII cambia Malagón por la mitad de Ocaña y otros bienes a Tello Pérez y a su mujer en 1181; en el año siguiente es propiedad de la Orden de Calatrava y a cambio de ella, los santiaguistas dan el lugar de Alcubilla (hoy del Marqués, en la provincia de Soria) y una renta anual de cien maravedís en las salinas de Espartinas, quedando ya en poder de la Orden de Santiago.
Posteriormente, el arzobispo don Rodrigo Jiménez de Rada inicia una serie de pleitos con la Orden en los que vuelve a replantear algunos de los problemas iniciados por su predecesor Cerebruno.
También son muy importantes las disputas que entablan los de Calatrava y Santiago por los señoríos situados entre el Tajo y Guadiana. Estas debieron ser tan frecuentes y abundantes que, para su mayor agilización, a partir de 1224 sus Maestres decidieron nombrar ad hoc las juntas que se encargasen de resolver los litigios. Así la Orden de Santiago decide que los referentes a la zona del Tajo sean defendidos por los comendadores de Oreja y Aceca, y la de Calatrava el comendador de Montiel y el Clavero de Calatrava las disputas de frontera.